El pasado 8 de Junio se celebró en la localidad valenciana de Burjassot el tradicional festival BurjaRock. Con una clara apuesta por la calidad y no por la cantidad en esta edición el cartel estaba formado únicamente por dos bandas, aunque de enormes proporciones: Motorhead y Sepultura.
También el emplazamiento había cambiado este año. Esta vez un auditorio al aire libre que se adaptaba perfectamente a las necesidades de estos grupos.
Sepultura salieron al escenario puntualmente a las 9 de la noche, con un público un poco disperso (había gente que tan sólo venía a ver a Motorhead); pero la situación iba a cambiar enseguida. Quien haya visto a Sepultura en directo sabe de qué estamos hablando. Los brasileños son una auténtica máquina salvaje de música y ritmo. Igor Cavalera es uno de los percusionistas más brutales de la escena mundial. Enfundado en una camiseta del Valencia C.F. (recordemos su pasión por este deporte) se colocó ante la hilera de cajas de su batería que en ocasiones doblaban en tamaño a las convencionales. Y qué decir de sus compañeros al bajo y a la guitarra. Nadie duda que Paulo Jr. y Andreas Kisser son otros virtuosos a la hora de tocar. Salieron a escena animando y gritando al público con más ganas que nunca. Y no nos defraudarían.
La única duda que habíamos tenido hasta ese momento había sido sobre su cantante, Derrick Green, al que no habíamos visto aún en acción (en disco no tiene nada que envidiar al ex-vocalista Max Cavalera).
Pronto se extinguió todo resto de escepticismo. La máquina se puso en funcionamiento y la temperatura subió caldeando a un público que crecía y crecía hacia sus ídolos. Ni Max Cavalera y su Soulfly ni nada en el mundo puede igualar la presencia de Derrick en el escenario. Es una mole humana que escupe sus mensajes con una fiereza indescriptible, toca la guitarra en ocasiones y enciende al público más apagado sin dejar de moverse sobre el escenario.
Y así masacraron nuestros oídos con un recital impresionante que dio un repaso a toda su carrera centrándose en el magnífico Chaos A.D. (Refuse/Resist, Territory...). Cayeron canciones de su último disco Roorback (Mind War fue alucinante), de su primigenio Arise (Desperate Cry, Arise), de su primer disco con Derrick, Against (Choke fue impresionante, con el público haciéndoles los coros), y cómo no, del Roots, cuya canción homónima cerró el concierto de manera apocalíptica, no sin antes haberse permitido realizar una espectacular versión del Bullet the Blue Sky de U2 y una inclusión en uno de sus temas del famoso solo de guitarra de Jimmy Page en el clásico de Led Zeppelin Daze and Confused. Nuestros cuerpos temblaban cuando los brasileños abandonaron el escenario.
Ahora les tocaba el turno a Motorhead. Nosotros habíamos acudido sobretodo por Sepultura. Motorhead son unos clásicos, pero no sabíamos a estas alturas qué podíamos esperar de ellos. Y tan sólo recibimos caña, caña y más caña.
Con su típica formación de voz (y bajo), guitarra y batería el particular Lemmy (con su sombrero de siempre, botas vaqueras y micrófono apuntándole desde arriba) y sus acólitos nos vapulearon con una merecida lección de rock en todas sus vertientes, pasando por los Ramones, el punk de God Save the Queen de los Sex Pistols hasta la brutalidad rítmica y sonora de su Damage Case. Un buen final para una gloriosa noche que reunió dos estilos ligeramente opuestos pero capaces de converger en un momento dado en un solo sentimiento. Así es el rock amigos.