Era de esperar. Después de tres discos en estudio (obviemos sus proyectos en paralelo como Bushido) y un directo, Bunbury se ha sumergido por completo en la espiral musical proveniente de allende los mares. Dice que le inspira más Chavela Vargas que cualquier otra cosa, y lleva la razón, a tenor de cómo suena su último disco, una colección de 20 canciones distribuidas en dos partes (un viaje a ninguna parte que podemos disfrutar en clase business o turista). Se nos antoja tras escucharlo que nos encontramos ante un autor hispanoamericano, pues ha bebido y bebido de estas fuentes sonoras y aquel Radical Sonora se ha convertido a través de un viaje por el mediterráneo en un digno heredero de la cultura musical de nuestros primos de América. Grabado en los estudios Music Land de Figueres (Girona) entre noviembre de 2003 y marzo de 2004 y mezclado posteriormente en Nueva York, ha vuelto a contar con la inseparable Banda del Huracán Ambulante para la realización de este doble álbum. Otorgándole un mayor peso a las letras que a la música, en cierto grado salpicada de un minimalismo instrumental rebosante de violín y comedidas guitarras, podemos encontrarnos en su acotada dirección con diversas aproximaciones estilísticas. Ese sonido cabaretero que tanto atrae a Bunbury aparece en Que No Sepa Tu Mano Izquierda Lo Que Hace la Derecha y Lo Que Queda Por Vivir; Adios Compañeros, Adios destila tango a cada golpe de su marcado ritmo; en Palo de Mayo y Trinidad juega a saborear los aromas tropicales, así como el country o western rock de Señorita Hermafrodita (aquel que ya utilizó en Apuesta Por el Rock en su etapa Héroes del Silencio y que sigue interpretando en directo), la ranchera Por Un Malnacido o Los Restos del Naufragio, canción que se acerca demasiado a las cansinas melodías del Calamaro de siempre. Más brillan por luz propia El Rescate, donde el pausado tempo acompañado de unas magníficas cuerdas y un hammond imprescindible forjan uno de los mejores temas del disco, o el medio tempo de El Anzuelo y Carmen Jones, que gratamente nos recuerda a aquellos Duncan Dhu moderados que en su época nos encandilaron con un sonido más aterciopelado. Su primer single Que Tengas Suertecita tampoco desagrada; incluso resulta divertido. ¿Llamaríamos a esto evolución? Lo dudo. ¿Homenaje a una cultura musical centenaria? Puede ser. Que cada uno decida libremente. Pero parece ser que aquellos aires de experimentación y búsqueda se le hayan quedado a Enrique por el camino. Realmente parece un viaje a ninguna parte que encantará a aquellos alucinados por la moda Calamaro, Coti y demás sucedáneos que tanto se lleva ahora. En fin, veremos qué es capaz de ofrecernos en directo. Esperemos que sea mucho más que esto.