María Rodríguez (alias ‘La Mala’) es de esas personas que, por su naturalidad, hace que el entrevistador se sienta como en tu propia casa. Eso, unido a la comodidad del local en el que recibió a Fandigital (Café de La Luz, cerca de Tribunal), la cantante gaditana posó para la revista con la mejor de sus sonrisas con motivo de la promoción de su último disco, Dirty Bailarina. Su rap es directamente proporcional a la cantidad de titulares que deja cada vez que abre la boca. ‘La Mala’ ha dejado claro que es buena tanto dentro de los estudios y escenarios, como fuera de ellos.
¿Te sientes rara siendo un referente en un mundo como el hip hop en el que abundan los hombres?
No. Esos complejos me los he quitado ya. Yo soy María y no tengo ningún problema. El arte nos une a todos de una manera tan grande y fuerte que es ridículo intentar estar dentro de una cajita. Que digan de mí lo que les dé la gana.
En América, entre los raperos, hay luchas entre las formaciones del Este y del Oeste. Incluso, muertes como las de Tupac, Notorious Big… ¿Se pueden tener amigos dentro del hip hop en España?
Sí. Cuando era pequeña, en mi barrio, la gente me veía como la chica mona a la que le gustaba el rap. Pero cuando te desenvuelves, ya te haces respetar. Eso es lo más importante y, con eso, ya te quitas todos los clichés y el rol de que el rap es sólo para los hombres. A partir de ahí, ya haces amigos.
Entonces, ¿de dónde proviene el apodo de ‘Mala’?
Mi abuela, cuando yo era pequeña, me llamaba “mala”, y por eso me quedé con ese apelativo. A partir de ahí, todo lo que firmaba, lo hacía con ese nombre. Y eso que jamás he pegado ni matado a nadie…
De pegar e insultar saben más los raperos americanos...
Como en todo, tiene sus cosas buenas y partes malas. Me gusta mucho el hip hop americano. Toda la escena de Detroit y Houston me parecen muy interesantes. Scarface lo escuchaba de pequeña, Dr. Dre, Kool G Rap, Tupac, al que adoro como artista, no sólo dentro de la música. Me gusta la gente que es consciente de lo que hace y dice, y esa gente sabe perfectamente lo que hace. En cambio, gente como Snoop Dogg me hacen gracia, porque se pasan con las letras. De hecho, a veces doy gracias de no entender lo que dicen por eso mismo. Otra cosa que no me gusta es lo banal que puede llegar a ser el rap o el rapero. Todo es moda, como ver catálogos de quinientas sudaderas o pares de zapatillas de estética rap.
¿Envidias, en cierto sentido, de Estados Unidos que haya raperos como Dre, Eminem o Jay Z que han llegado a ser números uno en lista de ventas? Aquí sucede con grupos de pop como Pereza, El Canto del Loco…
Realmente, todo me parece que está bien. Allí, el hip hop nació hace muchos años, aquí, en cambio, se escucha pop desde siempre. Prefiero que haya más variedad a sólo un tipo de género, hay más propuesta. Además, lo que triunfa en EE.UU. triunfa en el mundo entero. Eso no me preocupa.
Has grabado Dirty Bailarina, tu último disco, en Atlanta. ¿Qué diferencias, qué te gusta más y qué menos en hacer tu trabajo allí que aquí?
Puedo decir que he trabajado con los mejores productores de España, y cada persona es un mundo distinto. Allí me han aportado experiencia, cariño, humildad y plena libertad en la creación. Yo componía y luego se preocupaban de darle brillo, sin influenciarme en absolutamente nada.
Y tú, ¿en qué te has influenciado para grabar este álbum?
He mantenido conversaciones con los muertos y he estado en profundo contacto con seres de otros planetas.
¿De verdad?
Sí, totalmente.