México se mueve. En realidad nunca estuvo quieta. Un país tradicionalmente cuna de grandes artistas nativos y refugio de foráneos no podía quedar silenciado durante demasiado tiempo. El último aviso en el campo musical que pegó en nuetro país fue Molotov. Quizá Plastilina Mösh no vayan a llamar tanto la atención con este su segundo trabajo. Aunque no porque no lo merezcan. Cosas que pasan.
Juan Manuel es una disco tan bueno que lo único malo es que solo duro treinta y tres minutos. Después de escucharlo se hace corto, se quiere más. Porque lo que te acaba de entrar por los oídos es pura energía, psitiva, por supuesto. Mezclando el rock con el funk, el house, el jazz, lo latino, el groove. Mezclando el inglés y el castellano, el grupo y el disco dan muestra de un carácter de frontera que les hace ser originales de verdad, sin etiquetas, creativos y alérgicos a lo tópico. Juan Manuel es todo esto y algo más. Escucharlo es cargarse las pilas en todos los sentidos. Estimula el cuerpo porque te hace querer bailar, estar de buen humor. Estimula la mente porque es distinto, transgresor, fresco, rabioso. Y dentro de él cabe de todo, desde descargas de guitarra hasta ambientación a lo Mancinni.
Bueno, y dicho todo esto, no creo que se puede pedir más, ¿verdad? La globalización tiene sus aspectos positivos. Este disco es muestra de ello. Mucho mestizaje, mucha imaginación y mucho talento. Pura dinamita.