Axl Rose debe ser estos días un tipo especialmente desagradable. Su carácter caprichoso y desquiciado debe haber encajado mal la noticia, y su vida de vieja gloria retirada que por comodidad se encerró a alimentarse de fast food, eludiendo morir tempranamente para alimentar leyenda, debe estar en un mal momento. Su ego no puede engañarle mucho más.
Porque si lleva tantos años de silencio como de especulación, todo aquel vano interés del que vivía se ha desplazado a otro lugar. Al lugar en que sus supuestos acólitos se han rebelado y han ocupado un puesto olvidado, demostrando que todavía se puede llegar a lo más alto con señas de calidad. Que todavía hay esperanza para el rock.
Sólo una semana después de su puesta a la venta, había alcanzado el número uno en países como EEUU y Cánada, y los primeros puestos en Australia, Argentina, Suecia, Noruega, Alemania, México, Irlanda, Dinamarca, Japón, o el Reino Unido, evidenciaban de igual forma la falta que hacía el aire fresco que ha traído este Contraband. Y que Slash se muestra tan joven como el primer día, no sólo física sino musicalmente.
A su guitarra lo acompaña el bajo de McKagan, la batería de Matt Sorum (ambos compañeros suyos de Guns), la voz enérgica del ex-stone temple pilots Scott Weiland, y la segunda guitarra de Dave Kushner (ex Wasted Youth). Todos logran desde la primera pista el objetivo de recuperar el espíritu de sus inicios, pero con la evidente madurez del paso de los años. Y por ello éste no parece el primer disco de una banda, sino la prosecución de una trayectoria que ha sabido encontrar un punto desde el que rehacer las cosas, mezclar rebeldía indomable con sentido práctico. Lograr que toda la dureza instrumental se encamine por melodías en que si la batería marca un protagonismo claro, la voz no pierde liderazgo y las guitarras participan de la fuerza alternando cambios de ritmo que hacen de muchos temas cortes perfectos. Sin pausas desde Sucker Train Blues hasta Fall To Pieces (ligero aire a Mr Big en su toque de calma, al que sólo acompaña Loving The Alien) acelera el corazón de los curtidos, con permanentes muestras de recuerdos mezclados de tiempos mejores, la parte más agresiva de pistolas todavía cargadas mezcladas con las rosas que ni habían marchitado aún, ni se habían esparcido en ampuloso videoclip lanzado a la fácil caza de la megabalada de consumo masivo.
Después dejan sentirse ecos de verdaderas bandas que incluyen a los Red Hot, pero que en todo caso son el reflejo de una época que no se rinde. Con demasiados temas de antología, como el Set Me Free que se usó en la banda sonora de otra bestia intemporal llamada Hulk -por destacar alguno- sí es remarcable la presencia de coros de himno envenenado, los mensajes de sencillez guerrera magistralmente alternados de forma espídica, que descubren una y otra vez ante sorpresa de los desesperanzados que todavía quedan motivos para levantar el puño al aire, corear a los irreverentes de pose chulesca y decir claro y alto que el enemigo puede ser numeroso, pero que es débil y mezquino. Que aún quedan momentos vibrantes.
Velvet Revolver estarán de gira en España el próximo mes de septiembre