El grupo británico Alt-J está que no se lo cree. Cuando salió su álbum de debut, An awesome wave, nadie le hizo mucho caso porque sonaba a más de lo mismo aunque el disco fuera un batiburrillo de estilos considerables. Sin embargo, el boca-oreja y el paso de los meses han hecho que su trabajo esté cada vez en más blogs, se analicen sus letras y se hable de él. Tanto, que finalmente ha ganado el premio Mercury al mejor disco del año.
Por supuesto, la formación de Leeds nunca hubiera imaginado que llegaría tan lejos con un álbum extravagante y escasamente cohesionado como éste. Ahora, su discográfica ha lanzado una edición especial que incluye versiones acústicas, en directo y remixes de los temas que con forman el álbum de presentación de la banda. Además, en ciertos países europeos se ha reeditado el CD junto con un DVD que contiene algunas de las canciones cantadas en un conocido festival inglés.
No era, sin embargo, el disco de Alt-J, nombre que simboliza la letra delta en griego, el que partía como favorito para llevarse este prestigioso premio sino que era Richard Hawley el que encabezaba las quinielas por su elogiado álbum Standing On The Sky's Edge, inspirado en la muerte de su amigo Tim McCall, exguitarrista de Jarvis Cocker.