The Shitheadz es una banda que, saliendo de la nada, ha logrado crear un álbum con carácter, frescura, ritmo y personalidad.
Con Dirty Pounding Gasoline, se han ganado, por méritos adquiridos, un lugar en la primera línea de la actualidad. Y es que estos germanos demuestran poseer una fuente inagotable de recursos, sobre todo guitarreros, que dominan casi por entero la grabación y cuyo complemento perfecto es la voz de Christoph Birx, que encaja con total cohesión en el sonido del grupo.
Sólo hay que dejarse llevar y disfrutar.
Este CD contiene un buen puñado de hits que para sí quisieran grupos con años de experiencia. Está repleto de excelentes composiciones que rebosan energía y derraman riffs y solos con ilimitada generosidad.
Con una base de influencias de la década de los setenta, incrustadas en una producción moderna y compacta, la solvencia de la que está dotado está a prueba de oídos exigentes.
La fuerza y coherencia que muestra Dirty Pounding Gasoline, lo convierten en un álbum imprescindible para los viciosos del sonido de las guitarras y para curar almas depresivas. Es como una inyección de adrenalina que conduce al cerebro hacia un estado de euforia total.
Christoph Birx se desenvuelve como un vocalista con numerosos recursos. Además de su personal registro, a su voz se le podrían añadir algunas de las características de Paul Di’Anno, Scott Weiland y Dave Windorf, conformando una mezcla tan explosiva como efectiva.
El guitarrista Andreas Peter, es toda una revelación con sus solos, secundado por Guido Reub, un artista ejecutando ritmos electrizantes. Ambos, arropados por Mark Neschen, al bajo y Oliver Beck a la batería.
Los cuatro primeros temas son demoledores. Después de escuchar Powertool, Nitro, Return Of The Demons, y Supersonic, todos con abrasivos ritmos, eficaces solos y energía desbordante, el álbum te atrapa sin remedio y te deja aturdido por su solidez.
La intensidad no decrece cuando se escuchan las notas del tema que da título al álbum, con una melodía con reminiscencias de Iron Maiden, pero con un desarrollo actual y un punteo de guitarra que le inyecta personalidad, además de un cambio de ritmo ingenioso y un final trepidante.
The Black Day’s, es más oscuro, con mucho sentimiento en las voces y con las guitarras sosteniendo las notas y un solo genial de influencias setenteras que deja sin aliento.
The Seven, por su parte, aporta la fiereza del punk donde las guitarras vuelven a sobresalir con ritmos y punteos vertiginosos.
A New War recuerda los momentos mágicos de Monster Magnet, con Christoph metiéndose en la piel de Dave Windorf y Andreas ganándose honores de maestro guitarrero.
Entre tanta fogosidad Burning es el único respiro. No es una balada pasada de rosca, sino un excelente ejercicio de vocalización, arropado por unas guitarras que aportan sentimiento sin caer en tópicos.
Un trabajo imprescindible y un grupo para no perderle la pista.