El juez de la Corte Superior de Los Ángeles Michael Pastor ha pasado la última semana escuchando los testimonios de médicos, paramédicos, asistentes y otras personas pertenecientes al círculo más cercano a Michael Jackson antes de su muerte el 25 de junio de 2009. Tras estas declaraciones, el tribunal ha considerado que existen pruebas para juzgar a Conrad Murray, el galeno personal del cantante, por homicidio involuntario. Además, el juez le ha retirado la licencia médica para ejercer en California. Si fuese hallado culpable, Murray podría ser condenado a cuatro años de cárcel.
Durante las vistas preliminares, la fiscalía acusó al doctor de homicidio involuntario por haber suministrado a Jackson el poderoso anestésico propofol como somnífero. Posteriormente, Murray no le habría brindado los cuidados necesarios para evitar su muerte. Según David Walgren fiscal de distrito adjunto, el médico administró este medicamento al músico durante casi dos meses para poder paliar el insomnio que este sufría mientras preparaba los conciertos del espectáculo This is It.
El personal médico que atendió a Jackson el día de su muerte explicó que, cuando llegaron a su casa, parecía que el cantante había fallecido mucho tiempo antes de la llamada de emergencia. Asimismo, Christopher Rogers, el médico del Instituto Forense de Los Ángeles, calificó la muerte del músico como un homicidio y afirmó que el “el rey del pop” se encontraba en buen estado de salud cuando murió.
Por su parte, Murray reconoció haber administrado el anestésico al cantante el día de su muerte. Sin embargo, justificó su acción afirmando que fue el mismo paciente quien le pidió que lo hiciera. Asimismo, declaró que la dosis aplicada no era suficiente como para provocar la muerte.
Los padres de Michael Jackson, Katherine y Joe, así como sus hermanos Randy, Jackie, Janet, Rebe, LaToya y Jermain han escuchado estas palabras en el tribunal durante casi todos los días en los que se han celebrado las audiencias.