En la caja musical de Yeasayer caben muchísimos y a cada cual más raro. Un piano, un órgano en forma de sintetizador, trompetas y unos loops que parecen más sacados de los sonidos que ofrece un vídeo casero al rebobinar una cinta que otra cosa. Pese a todo, el resultado del segundo disco, Odd Blood, es diáfano y conmovedor.
Los registros de voz del vocalista es la forma más representativa de cómo sacarle jugo a una voz poco poderosa, aparentemente bella y configurarla en cada canción como mejor convenga. Quizás, esa sea, en muchos apartados del disco, la gran magia de esta banda, que se ha adaptado a los tiempos como mejor ha sabido.
Intrumentalmente muy ochenteros, vienen traídos de los recelos que dejaron en la New Wave de Manchester The Smiths o The bunnymen, con esa pureza tan característica de esa época. Todo unido a las remasterizaciones digitales y órganos con sonidos más que raros, que ambientan por momentos la atmósfera creada en el mar, como I Remember, donde se potencia la voz con un juego de cambios impresionante, falsete incluido.
En otras ocasiones, como en The Children, parece como si la música se convirtiese en movimientos lentos, robotizados, disminuyendo la potencia del ecualizador. Lo más interesante del grupo es como transporta sus energías en cada momento de las canciones y trasmite sus intenciones.
Ambling Alp comienza gamberra y atrevida con raras improvisaciones. Eso no se estudia ni se trabaja: surge. Pero termina siendo popular, pegadiza e, incluso, canción de anuncio de verano.
Todo lo contrario que Madder Red, que se cuela entre todas las canciones para transladar, a modo de balada, un sonido electrónico muy dulce y tierno, acompañado por una garganta sensible y elocuente con unos coros, eso sí, de chiste, que resta credibilidad a la ternura de una auténtico temazo.
O.N.E. es, sin duda, la canción que resume perfectamente el disco y a la banda. Pop fresco, divertido, repleto de utopías sensacionalista que abandera el indie electrónico de hoy, pero que acumula cierta originalidad, a lo Animal Collective.
En cierta medida, el LP es cierta oda al mecanismo musical del pop electrónico de los 80, con mención especial a New Order (Love Me Girl), Pet Shop Boys (Rome) y Kraftwerk (Grizelda).