Escuchar Super L de Avantgarde es una invitación a recorrer un largo camino salpicado de pedazos de talento dispares; un amalgama de todo aquello que alguna vez quisimos reunir hasta la síntesis en una banda que ejerciera de musa para nuestros oídos. El pop-rock elegante (y en inglés) de este cuarteto internacional (sus miembros provienen de lugares tan distantes como Estados Unidos, Bélgica y España) surge de las cenizas de Exit, un proyecto pasado que jugaba a las versiones del grupo irlandés U2. Y así es como convierten en realidad un primer disco en el que beben directamente de los grandes apostando por once temas de exquisita tesitura.
No son Radiohead, ni Coldplay, ni U2 (tampoco los Smiths) pero lo son todo en un mismo momento, recogiendo un sinfín de influencias anglosajonas que tiñen de dulzura cada uno de los temas que nos guían a través de la aventura de Super L. Aida Galway nos canta acogiendo los modos inconfundibles (que no el timbre) de un Bono maduro y un cierto recuerdo melódico (al que contribuye sin duda el cálido ambiente sonoro) de unos Radiohead en transición estilística. Las guitarras de Miguel Goñi nos acercan a menudo a un The Edge post Achtung Baby, dejándose notar en temas como Eleven Butterflies, While You Are Sleeping o Believe, donde la voz se une al instrumento en pos de unos U2 absorbidos por los medios tiempos y la volatilidad de los arpegios. Su primer single y videoclip, Dostoievsky, culmina en un épico estribillo que nos recuerda al New Year's Day de los ochenta, y aunque es inevitable compararlos por su estilo en general con los valencianos Xperimental Shop, es en Getting Cold y Darkness Came Before We Knew It (de lo mejor del disco) donde simpatizan más (de una forma menos electrónica) con esta banda.
No faltan guiños al indie más clásico con Awake y Fallen, ni lugar para el formato acústico y ritmos más pausados en Slide Away y Sunday Morning (donde el propio Morrisey asoma la garganta en algún momento). Let Me, en cambio, con la oscuridad de sus acordes y la expresividad de la guitarra desgañitándose envuelta en la calidez de las cuerdas(¿podríamos llegar a pensar en Anathema en esos primeros segundos de música?) se constituye como una de las apuestas más sólidas de todo el trabajo.
Música de calidad para oídos que sepan apreciarla. Tan sólo eso.