Tras militar en la formación independiente Yoghourt Daze hasta hace ya siete años, nos encontramos aquí ante el debut en solitario de este cantante y guitarrista mitad madrileño, mitad londinense. Do it all es un disco cálido y agradable que da mucha importancia a las canciones, ofreciéndonos once cortes que se digieren con facilidad gracias a la desnudez aparente de los mismos, ya que en principio fueron concebidos partiendo de una simple guitarra acústica. Sin duda, todo un cambio respecto al grunge y el rock por los que se caracterizaba su anterior formación.
Después de un largo paseo por diferentes lugares del globo, Dan Mathews reconsideró su perspectiva vital y se empapó de diferentes sonoridades. A continuación se puso a trabajar con el productor Manuel Colmenero para pulir una mutación en su registro que se percibe desde el primer corte, Under the bridge, que mece al oyente y sirve de antesala a un desfile de magníficas melodías. Es el caso de What do I really want?, donde la voz de Dan casi parece la de un joven Sting entonando un tema vitalista y redondo.
Bien rodeado de colaboradores como Carlos Otero, Miguel Rocha o Jorge Garrido, el disco sirve a la vez de inicio de un nuevo camino para su intérprete, así como de recordatorio de nombres importantes de la música pop-rock de todos los tiempos. Por ejemplo, los aires a Neil Young que sobrevuelan la más áspera –también en lo literario– y eléctrica Cut your ropes, o el indudable sonido que nos remite a grandísimas formaciones de power pop como Gigolo Aunts o Teenage Fanclub, sobre todo en las composiciones más intimistas como Lopsided o Letting go.
Mirando a la tradición musical norteamericana –cortes como el que da título al álbum encajarán sin problemas en los gustos de los seguidores de los desaparecidos The Sunday Drivers, sin ir más lejos– y creando una calidez muy especial –mejor apreciada en pequeñas salas de conciertos o en el sillón más cómodo que tengamos en casa– que desprenden We stay for a while, Giving it to you o Call me up, estamos ante un disco breve pero intenso, que pese a tocar distintos palos suena tremendamente homogéneo y coherente, y que además exuda autenticidad y cercanía. Clasicismo bien entendido para dotar de vida a unas canciones de rock bello y elegante con innegable sabor americano.