Hacía muchas lunas que mis oídos no se deleitaban con el tipo de música que ha compuesto este trío de excelentes músicos formado por James LoMenzo (bajo), Ray Luzier (batería) y Toshi Hiketa (guitarra).
Así, leídos a bote pronto, los apellidos de estos estilistas del sonido más ecléctico, puede que no suenen tanto como lo hacen sus instrumentos. Pero si añadimos que han sido la base musical en la que se ha sustentado en los últimos años el gran Dave Lee Roth, el asunto ya empieza a tener su punto de interés.
Si estuviéramos en los años 70, de forma inmediata los asociaríamos con el movimiento jazz-rock que por aquellos tiempos ocupaba una parte importante del panorama musical, o con algunos de los monstruos del rock progresivo, como EL&P o King Crimson. Actualmente se les considera la continuación de Liquid Tensión Experiment y se les ubica en el llamado progmetal.
Sea como fuere, The Hideous Sun Demons sonarán de forma extraña para quienes no conozcan la historia del rock, pero los que hayan adquirido un mínimo de conocimientos reconocerán rápidamente las fuentes de sus influencias.
Este álbum sin nombre, pero con personalidad, contiene una compleja estructura instrumental donde lo imprevisible se hace realidad y la improvisación parece posible, aunque todo esté perfectamente controlado. Guitarra, bajo y batería, forman un acoplado engranaje que mueve una precisa maquinaria capaz de generar los más diversos sonidos dentro de unos parámetros donde fluyen, rock, funk y jazz progresivo y se funden en un crisol de sensaciones poco habituales.
Hiketa, se muestra como un guitarrista versátil. Un tipo, que con hábiles punteos y riffs contagiosos sacude las neuronas al primigenio estilo de Eddie Van Halen (Elevation), que se adentra en el privado círculo de Jeff Beck con un medio tiempo de marcada influencia jazzrockera (Rain), y que conecta con el misticismo de Eric Clapton en clave de blues (Demon’s Blues), por fuerza debe tener cualidades de sobra. Las demuestra de forma delicada en temas como A New Day y Mosquito y contundentemente en The Mummy.
Pero The Hideous Sun Demons tiene otras dos cabezas visibles que aumentan la calidad de las composiciones de forma considerable.
LoMenzo, también con pasadas aventuras junto a White Lion, distribuye las líneas de su bajo con una marcada influencia de jazz-fussion e incursiona con brillantez en terrenos funkys, como en el caso de Osaka Funk, un tema de fondo anárquico que adquiere el estilo de una pura jam-session.
Luzier, por su parte, desarrolla todo un compendio de cómo tocar la batería en un entorno intrincado y repleto de variaciones de ritmo. Siempre encuentra el punto justo para sonar compacto y con frescura.
Brainwashed, con un tono muy marcado al estilo de marcha militar, es su aporte más significativo.
El álbum es un perfecto manual de historia de rock progresivo, totalmente instrumental, y ejecutado con maestría. Quizá flojea en los últimos temas, pero queda compensado por la impresionante robustez del resto de composiciones.