Desde su formación, allá por el año 1999 en Atlanta, Mastodon se ha erigido en uno de los grupos más heterodoxos e innovadores del panorama metálico. En sus primeros años, el cuarteto de Georgia se curtió en la escudería Relapse Records, hogar de otros artistas descarriados como The Dillinger Escape Plan, Neurosis o Nile. Fue allí donde la banda liderada por Brent Hinds empezó a destacar por sus composiciones de estructura compleja, alejadas de los parámetros clásicos del rock duro basados en la repetición de riffs y estribillos, y dando rienda suelta a líneas instrumentales más progresivas.
El éxito de discos como Remission (2002) y, sobre todo, Leviathan (2004), una obra conceptual basada en Moby Dick, les abrió las puertas de Reprise, un sello subsidiario de la multinacional Warner Bros. Hasta aquí, la historia les suena, ¿verdad? Sin embargo, a la banda le importaba bien poco editar su música mediante una discográfica fundada por Frank Sinatra en 1960 y donde habían encontrado acomodo Neil Young, Eric Clapton o Green Day, entre otros. Sin concesiones al gran público, Mastodon siguió labrando su fama de grupo retorcido y enrevesado con trabajos como Blood mountain (2006) y Crack the skye (2009).
En su quinto álbum de estudio, los norteamericanos continúan facturando esos ritmos atronadores que les identifican, con Brann Dailor maltratando su batería con saña. Ahora bien, desde los primeros cortes, "Black tongue" y "Curl of the burl", se percibe una mutación del esqueleto de las canciones. Éstas son más directas, con menos concesiones a las digresiones instrumentales ("Blasteroib"). Es un cambio que los miembros del grupo han reconocido y que, quizás, también esté relacionado con la elección del productor: Mike Elizondo, bajista vinculado al mundo del hip hop y que ha trabajado con artistas como Fiona Apple, Maroon 5 o Avenged Sevenfold.
Pero el cuarteto no intenta huir de un pasado glorioso ni refundar su carrera. Temas como "Stargasm", arrolladora como un martillo pilón, "All the heavy lifting", con ribetes épicos, y las variaciones guitarrísticas de "Thickening" seguirán haciendo las delicias de los paladares metaleros más exigentes. Por otra parte, la banda, hasta ahora encerrada en el buen hacer de Hinds, también abre nuevas vías al aprovechar las cualidades para la composición de los otros músicos. Así, Dailor escribe y canta en la espacial "Criature lives" y un colaborador habitual, Scott Kelly (Neurosis), firma la ruidosa "Spectrelight". Pues ya lo saben: un disco ideal para atronar a los vecinos.