Dos años después de que las eternas disputas entre Liam y Noel Gallagher cruzaran el límite de lo tolerable y Oasis pasara a la historia, el mayor de los hermanos debuta en solitario con un álbum en el que ensalza los valores del rock británico y en el que quiere reivindicarse como el gran compositor de su generación que fue.
Circulo cerrado. Tras la disolución de Oasis en 2009 y la publicación a principios de año de Different Gear, Still Speading (Beady Eye Records) primer trabajo de Liam Gallagher, Gem Archer, Andy Bell y Chris Sharrock, ahora llega el turno del debut en solitario de Noel Gallagher, artífice con sus composiciones de que los de Manchester se convirtieran en la banda más importante de la década de los 90. Siempre juzgados por la pesada losa de su éxito inicial y no por comparación con el resto de formaciones con las que compartieron escena o por su influencia sobre las nuevas generaciones, los hermanos Gallagher se enfrentan ahora, además, a la encrucijada de sus carreras paralelas.
Oasis firmaron sus mayores años de gloria cuando la famosa democratización creativa que caracterizó a la banda durante la última etapa ni siquiera se consideraba. Las manos de Noel lideraron el último gran movimiento del rock que, antes de ser devorado (como todos) por el aparato mediático, despuntó por su calado social y por convertirse en enseña generacional de la Gran Bretaña laborista de Tony Blair, gracias a la reafirmación de los valores del rock’n’roll, pero también de la identidad nacional ante el creciente poder del star system americano.
High Flying Birds (Sour Mash Records), el primer material del mayor de los Gallagher en tres años. Diez temas que, en sus propias palabras, no habrían tenido lugar en un disco de Oasis. Grabado entre Londres y Los Angeles durante 2010 y el primer semestre de 2011, ha sido producido por el propio Noel y por el reputado David Sardy, con el que han trabajado, entre otros, el mismísimo Johnny Cash, Badly Drawn Boy, Band of Horses, The Dandy Warhols, Red Hot Chili Peppers, Spoon e incluso Jay-Z.
El mancuniano sigue asentado en el lenguaje sonoro habitual, compuesto por airados riffs de guitarra, heredados de la gloriosas tradición del pop británico de los 60 y los 70, y estribillos de encaje emocional. “Everybody’s on the Run” o “(I Wanna Live in a Dream in My) Record Machine” adoptan parte de la majestuosidad que también ha caracterizado a Ian Brown en su etapa en solitario. “Dream On”, el primer single “The Death of You and Me” o “Soldier Boys and Jesus Freaks” muestran el Noel más contundente de Don’t Believe The Truth (2005) y Dig Out Your Soul (2008). No faltan tampoco, como de costumbre, los guiños a los Beatles, tanto en la psicodélica etapa tardía de Revolver (1966), con “AKA… What a Life!”, como en la vertiente más lennoniana (“If I Had a Gun”).
Gallagher no rompe del todo con su pasado y recupera para cerrar el álbum “Stop the Clocks”, un tema perdido de Oasis compuesto en 2001 y que nunca vio la luz pese a al lanzamiento en 2006 de un recopilatorio con el mismo nombre editado para poner punto y final a su relación comercial con Sony-BMG.
Acompañado en directo por el que fuera pianista de Oasis, Mike Rowe, el batería Jeremy Stacey y Lenny Castro, Noel Gallagher ya ha anunciado que tiene completado un segundo disco fruto de la colaboración con Amorphous Androgynous, también conocidos como The Future Sound of London, que verá la luz el próximo año.