Vetusta Morla

¿Ha sido buena la recepción por parte del público?
Hay de todo, como siempre, pero no podemos quejarnos de cómo nos recibe la gente. A algunos les gustas, a otros no... Pero eso forma parte del proceso de creación de cualquier obra de arte. Cuando haces un disco, una película o un libro te expones, te abres la pechera y dices: “Mandadme aquí las balas, la flores o lo que queráis”. Y te llega de todo, así que debes estar preparado. Pero en general creo que no podemos quejarnos.

A día de hoy, ¿qué aportan al sonido de Vetusta Morla esos proyectos paralelos como Funkin Donuts o la banda sonora del videojuego Los ríos de Alice?
Los ríos de Alice ha aportado mucho a este disco. Pero no en el sentido de que las técnicas que usáramos allí se hayan trasladado a La deriva, ya que la estética sonora y el planteamiento musical no difieren mucho de aquel. Se trata de que nos ha ayudado en la mecánica de trabajo. En Los ríos de Alice no trabajamos los seis juntos como banda, sino que nos dividimos en equipos. Además, en ese disco nos forzamos a hacer cosas que nunca habíamos hecho, y aprendimos mucho. Con La deriva ha sucedido algo similar, ya que también ha habido momentos en que hemos trabajado por equipos y el trabajo conjunto en el local ha llegado mucho más tarde de lo habitual. También nos hemos obligado a hacer cosas nuevas, por ejemplo a actuar con esa urgencia de la que hablaba antes. Así pues, Los ríos de Alice ha sido una especie de entrenamiento para situarnos en el estado mental adecuado para hacer este nuevo disco. Fue una experiencia muy positiva, y demostró que podemos alejarnos de nuestro contexto musical habitual.

Fuisteis uno de los primeros grupos que consiguió repercusión cabalgando a mitad de camino entre el indie y el mainstream. Recuerdo un artículo de Rolling Stone (junio de 2011) titulado “Grupos españoles a los que les gustaría ser Vetusta Morla”. ¿Cómo lleváis eso de haber sido precursores en esa supuesta “tierra de nadie” donde encontramos hoy en día a Second, Supersubmarina y tantos otros?
La verdad es que nosotros no nos sentimos como precursores. Además, un grupo como Second lleva más o menos los mismos años que nosotros en este negocio. Cada grupo tiene su carácter y su estilo... Otra cosa es que tengamos características similares y se tienda a meternos en el mismo saco. Nos situamos en ese territorio extraño que cuesta de aceptar, pero que se está descubriendo que es el que tiene más público en España. Hay que deshacerse de esas etiquetas un poco trasnochadas de “indie” o “mainstream”, y sencillamente dedicarnos a ofrecer música tranquilamente, sin pensar si estás cometiendo algún tipo de atrocidad con respecto a las normas de la música independiente.

¿Cómo se blinda uno ante las críticas negativas que reciben vuestros trabajos?
La mejor medicina para nosotros en este caso es salir a tocar en directo. Es lo que más nos gusta hacer: compartir nuestras canciones con la gente e intercambiar emociones y energía con ellos. Al final del día eso es lo importante, que te encuentres a gusto. Si eso funciona, lo que digan unos y otros –para bien o para mal, ojo–, todo irá bien. Porque también hay que blindarse contra las alabanzas excesivas. Tratamos de hacerlo centrándonos en nuestra estrategia, en qué es lo que nos gusta hacer, y en por qué estamos aquí, haciendo lo que hacemos.

Habéis recibido galardones de prestigio como el Ojo Crítico, los Premios de la Música, de la UFI... Os habéis dado baños de masas en vuestros conciertos... Tras dichos reconocimientos de crítica y público, ¿cómo se siente uno al volver a enfrentarse al folio en blanco?
Pues relativizando la importancia de todo eso. Obviamente halagan mucho los premios y los reconocimientos, pero no significan nada. Lo importante de todo esto es la emoción. Yo ya no me paro ni a pensar si lo que hacemos es bueno o malo... Eso dependerá de a quién le preguntes, de los gustos personales, de los códigos que cada uno maneje. Probablemente el disco que para algunos sea maravilloso para otros será un desastre. Yo ya he renunciado a eso; no me gusta el sistema de puntuar los discos poniendo estrellas o notas numéricas. Al final lo que cuenta es la emoción que te produzcan.

Si pudieran viajar en el tiempo, ¿qué le dirían los Vetusta Morla actuales a los Vetusta Morla de 1998?
Si me encontrara a mí mismo hace quince años, en plan Marty McFly, no me diría nada, porque el lugar tan privilegiado en que nos encontramos es consecuencia tanto de los errores como de los aciertos que hemos experimentado hasta la fecha. Yo dejaría que la cosa siguiera su curso, porque no puedo imaginarme estar en una posición mejor que la que estamos. En todo caso, nos diríamos que siguiéramos con la fe que tuvimos en nosotros mismos durante tanto tiempo.