Teenage Fanclub han representado, desde que el grupo se formó hace más de quince años, la quinta esencia de la cara alegre del pop. El hecho de que gusten a sectores tan variopintos y diferentes del público indica que algo deben tener sus canciones para que The Fannies (como les llaman en el Reino Unido) se hayan convertido en casi una institución del pop de los noventa. Ese algo se puede resumir en su capacidad de componer melodías simpáticas, que suena muy tonto pero, al fin y al cabo, es la realidad. Entre sus seguidores se encuentran desde adolescentes, víctimas del acné y de los festivales, a nostálgicos que ya rebasan los cuarenta y que ven en Teenage Fanclub a un fiel aliado con el que alimentar el complejo de Peter Pan.
Man-made sugiere que el grupo está en plena crisis de la mediana edad. Parece que quieren cambiar un poco el rumbo, pero sin olvidar sus propias coordenadas. Incluso la letra de All in my mind ironiza sobre el paso del tiempo (My life is going fast/ It’s make relieve). Las canciones siguen llevando el sello inimitable de Teenage Fanclub (las voces de Love y Blake como rasgo distintivo) pero el octavo disco de los de Glasgow exhibe una peculiar melancolía de la que los anteriores álbumes carecen. Man-made contiene un par de canciones (la primera, All in my mind, y Slow Fade Pictures) en la línea de los hits que Teenage nos tienen acostumbrados, pero sin llegar al nivel de Sparky’s Dream o Discolite (de Gran Prix, su mejor álbum para muchos). Only with you, un homenaje a las relaciones pasadas, sorprende gratamente con sus acordes resignados, muy cercanos al exquisito Mellow Doubt. Los primeros segundos, o más bien la primera nota de la canción, recuerdan a Catapillar de Lambchop. Cells, por su parte, representa una bien lograda incursión en el Folk.
Man-made se grabó y produjo en Chicago, bajo la supervisión de John McEntire, que en su momento trabajó con grupos del tamaño de Tortoise o Stereolab. Su influencia se hace patente en muchas ocasiones, a juzgar por la mayor presencia de teclados. La producción, sin embargo, queda relegada a un segundo plano cuando hablamos de Teenage Fanclub; Man-made es un álbum de pop clásico que, sin ser tan brillante como Bandagonesque o Gran Prix, muestra la experiencia y maestría que los escoceses han adquirido en todos estos años. Teenage Fanclub ha llegado a la mediana edad en plena forma.