Vai & the Breed estaban anunciados a las 20:30 horas, tras la actuación una hora antes de su telonero para esta gira, Eric Sardinas. Este último, definido como guitarrista de influencias de blues y rythm and blues, hizo una exhibición de potencial y fue un digno telonero para entrar en calor, aunque resultó un poco repetitivo en su repertorio ya que cada canción al final parecía la misma o demasiado similar a la anterior.
Puntualmente saltaron al escenario los verdaderos protagonistas, Billy Sheehan (Bajo y guitarra), Tony MacAlpine (teclados y guitarra), Dave Weiner (guitarra), Jeremy Colson (bateria y percusión) encabezados por Steve y una guitarra de dos mástiles para empezar con el tema Glorius.
Desde un primer momento jalonó el concierto de toques de humor y guiños en sus intervenciones entre tema y tema, aunque muchas veces parecía que el público no le entendía (Steve llegó a decir: Do you understand me???).
Vai nos deleitó con sus grandes clásicos (Whispering A Prayer, Liberty) y algunos temas de su último trabajo (freak show and excess, lotus feet) cuyo título, Real Ilusions, da nombre a la gira. Su potencial y extraordinarias cualidades pusieron los pelos de punta a los asistentes: aún tras haber estado allí parece imposible acreditar tal dominio de la guitarra, realmente merece el título de Leyenda de la guitarra. Aunque hay quien llega más lejos al calificarle de dios, y es que en el mundo de la guitarra es dios y lo sabe.
Sus punteados increibles, esas notas alargadas hasta el infinito y el dominio de todas las posibilidades del instrumento lo hacen comparable al mejor de cada faceta. Supera cualquier actuación imaginable, ni un Last Horizon de Brian May, ni un solo interpretado por Slash, ni tampoco muchas actuaciones de Clapton a la acústica le pueden hacer sombra. Y precisamente con la acústica, sólo sin tanta ayuda de pedaleras, amplificadores y distorsionadores, sus sonidos resultaban más "humanos".
En las casi tres horas de inmenso show cambió en más de media docena de ocasiones de guitarra, sus admiradas ibanez, dominándolas todas con idéntica virtud. También varió su extravagante atuendo en algunas ocasiones resultando de un narcisismo inexplicable, con mención especial a la guitarra con leds azules sobre un escenario casi a oscuras, a los guantes con punteros láser en cada nudillo y con un casco con luces varias.
Resulta sorprendente como un músico que no canta en su actuación más que unas pocas estrofas en un par de temas -y un jam con su telonero en las postrimerías del concierto-, puede congregar a tanta gente y con tanto entusiasmo. Respecto a la interpretación en jam con Sardinas de uno de los temas emblemáticos, el "My guitar wants to kill your mamma", dio paso al gran colofón de la noche, ese gran himno que es "On the Love of God" que finalizó la actuación. El dios de la guitarra había bajado a la tierra para compartir tres horas de su tiempo con unos atónitos mortales. En sus actuaciones juega con nosotros y le gusta.
Ah, y es cierto, toca la guitarra hasta con la lengua.
