No supera los treinta años, pero Kanye West se atreve a calentarle los morros a su presidente, George W. Bush, luce modelo en la sesuda revista Time y se permite el lujo de aparecer como Jesucristo, ataviado con una corona de espinas, en la portada de la edición norteamericana de Rolling Stone. Quizás muestre una actitud demasiado provocativa, pero ganar seis premios Grammy y despachar cientos de miles de copias sin caer en la violencia, los coches lujosos y las mujeres en bikini está al alcance de muy pocos en el mundo del hip hop.

Tras aprender los trucos del oficio actuando como productor para grandes figuras de la música negra, como Jay-Z, Ludacris o Dame Dash, se lanzó a la piscina en 2004 con la edición de “The College Dropout”, su debut como MC. Sin intención de dormirse en los laureles, Mr. West nos despierta de la pesadilla americana con “Late Registration”.

Un despegue suave, “Heard ‘Em Say”, junto a Adam Levine (Maroon 5) nos acerca al pop sedoso de las producciones de Jon Brion (Fiona Apple, Rufus Wainwright, Eels), quien trabaja en la mesa de sonido en otras composiciones del álbum. Sin embargo, este es un disco que bebe del sonido creado por los clásicos del Rhythm & Blues, como Curtis Mayfield, sampleado en “Touch The Sky”, Gil Scott-Heron y Ray Charles, resucitado vocalmente por Jaime Foxx, en uno de los singles del año, “Gold Digger”.

En una escena donde domina quien más repite la palabra “fuck”, a Kanye West no le duele en prendas ponerse tierno ante la enfermedad de su madre (“Roses”), al mismo tiempo que denuncia el sistema sanitario de su país. Críticas que en “Crack Music” dirige contra sustancias químicas de destrucción masiva, ya sea la heroína o el ántrax, mientras “Diamonds From Sierra Leone”, construida a partir de un sampler bondiano de John Barry con la voz de Shirley Bassey, retumba con fuerza contra la explotación de los recursos naturales africanos.

Seguramente, Kanye West no es el rapero más bien dotado del Planeta, pero nadie se lo va a reprochar tras un ejercicio de versatilidad como éste, donde los ecos del gospel, el soul y los clásicos como Etta James u Otis Redding te dejan sin palabras.