"Fuimos los últimos en tocar en el viejo Wembley, y por ello habría sido un gran honor inaugurar el nuevo. No obstante, lo más importante son los conciertos en sí mismos, así que la celebración será la misma" explicaba Jon Bon Jovi escondiendo su contrariedad.
A pesar de lo comprensivo que se muestra en sus declaraciones, el líder de la banda de Nueva Jersey debe sentirse especialmente indignado por el evento histórico que le han quitado de las manos. Más cuando parecía ya una medalla en su solapa, y más cuando hace poco reafirmaba su voluntad de tocar allí a toda costa, incluso cuando los indicios apuntaban a que las obras de Wembley iban a sufrir un retraso considerable.
Lo cierto es que el que está llamado a ser uno de los recintos más importantes de Europa, alargando su posición de símbolo en Inglaterra (no en vano es el lugar habitual para los partidos de la selección del país que inventó el fútbol, amén de recinto asociado a tipos como Freddie Mercury o los Rolling Stones) ha ido de retraso en retraso hasta llegar a la actual situación de cancelaciones encadenadas.
El episodio más conocido fue el reciente derribo de una sujeción del techo, que provocó un espectacular desalojo del ejército de obreros que se afanaban en hacer lo posible para que la promotora no tuviese que hacerse cargo de las penalizaciones por retraso en la "fecha de entrega". Pero es sólo uno de tantos ejemplos, al que hay que unir otros recientes como la necesidad de reinstalar toda una zona de asientos por un movimiento de tierras, o los despidos masivos de la empresa constructora.
En Londres, se preparan ahora para el traslado del evento al lugar habitual en los últimos años, el Milton Keynes. No obstante, esta se intuye una respuesta reflejo que no da cabida a todos los seguidores, que impone anulaciones de entradas (curiosamente la de asientos de mayor coste al reducirse a entrada general) y que coincide con el Grand-Prix de Formula 1 de Silverstone dejando los alrededores sin hoteles disponibles. Lo más grave de todo, a pesar del caos organizativo y de información del que se lamentan muchos de los espectadores, que asistirán a un evento que sea como sea no será lo que iba a ser: un mito.