Los portugueses Moonspell se han labrado una consistente trayectoria, convirtiéndose en una referencia segura a la hora de disfrutar de buen ghotic metal.

Tras su aclamado Antidote, aparecido en el 2003, la expectación en torno a su nueva grabación ha ido creciendo en la misma medida que demoraba su salida. La espera, como suele decirse, en este caso también ha valido la pena.

Demuestran que la madurez alcanzada es garantía de calidad. Sus parámetros, musicales, ya claramente definidos, siguen su habitual enfoque, bajo unas pautas preestablecidas, tales como, consistentes riffs, poderosa batería, ritmo intensamente marcado y una voz con su cuota de agresividad, pero sin excesos.

Tienen el guión bien estudiado en base a una fórmula que les ha reportado una genuina identidad. Memorial, también aporta su dosis de dramatismo, con incrustación de interludios que suavizan temporalmente su recargada atmósfera y donde la voz de Fernando Ribeiro aporta su expresividad.

En muchos momentos, la batería de Mike Gaspar acapara gran parte de protagonismo, apoyada por la voluminosa presencia de las guitarras de Pedro Paixao y Ricardo Amorim, quienes también colocan con exquisito criterio partes de subliminales teclados.

No faltan, el toque misterioso (Proliferation), el romanticismo acústico (Mare Nostrum) y la electrizante virulencia (Best Forgotten) pero sobre todo, abundan las monolíticas estructuras inherentes a su trayectoria, con ejemplos tan contundentes como Finisterra, Memento Mori o Luna.

Un álbum que no decepcionará ni a sus seguidores habituales ni a los amantes del gótico más clásico, aunque para nada estancado.