Bob Dylan debe de ser uno de los músicos sobre el que más páginas se hayan escrito jamás. Las crónicas de su última gira española destacaban el carácter huraño del cantante; centenares de sitios de la red reclaman el Premio Nobel de Literatura para el poeta; y, no un libro, sino una enciclopedia entera se podría escribir con las interpretaciones diversas que merecen sus composiciones. Sin embargo, muy pocos hasta ahora se habían dado cuenta de que es la ironía el rasgo distintivo del veterano Dylan. Así lo demuestra el título de su último disco, “Modern Times” (Tiempos modernos), cuyo repertorio se sumerge en la historia del blues y del rock primigenio para mantener encendido el debate entorno a sí mismo.
El arranque es eléctrico, con el blues trotón de “Thunder on the Mountain”, una de las mejores canciones del álbum, que discurre entre referencias religiosas –omnipresentes en casi todas las letras- y una explícita declaración de amor hacia Alicia Keys. “Spirit in the Water” y “When the Deal Goes Down” rebajan la marcha, la banda se viste con las galas de un combo de jazz y Dylan recuerda a los cantantes de la época dorada del swing. Entre ellas, suena “Rollin’ and Tumblin’”, construida sobre un riff de carretera y el sonido de una slide, y donde el genio de Minnesota sintetiza el blues de los pioneros, con guiños a Willie Dixon y Howlin’ Wolf.
“Workingman’s Blues #2” nos recuerda que Dylan, hace décadas, fue un joven contestatario y parece que llegó a entender el concepto de plusvalía. “Nos dicen que los salarios bajos son necesarios si queremos competir en el extranjero”, narra el trovador. Aquí, y en “Nettie Moore”, más que cantar, el poeta recita. En “The Levee’s Gonna Break” se repite “Si continúa lloviendo, el dique se va a romper”. Es ahí donde todos ven una referencia a la catástrofe provocada por el huracán Katrina, aunque, como siempre, sólo el compositor puede aclarar su significado. Lo mismo sucede con “Ain’t Talkin’”, una de aquellas baladas marca de la casa, de nueve minutos de duración, donde Dylan trata de conjugar lo divino y lo humano.