Después de ganarse una base de fieles seguidores en sus efectivas actuaciones en directo, Rose Hill Drive, presentan en sociedad su orgánica propuesta de rock y blues revitalizado por una concepción moderna del ritmo, sumándose a resurgentes y prometedoras bandas como Wolfmother o Coheed And Cambria, mezclando un estilo personal, con influencias de un pasado no demasiado lejano como la época grunge, además de rescatar las raíces del hard rock de los 70’s.

Coproducido entre el grupo y Nick DiDia (Rage Against The Machine, Pearl Jam), la ópera prima de estos estadounidenses nos transporta por imaginativas atmósferas que muestran a un grupo en avanzado proceso de madurez a pesar de su corta trayectoria.

Su alta capacidad creativa se refleja en la fusión de esencias eclécticas que se extienden por un entramado alternativo que engloba efluvios de prestigiosas bandas como Pearl Jam o Soundgarden, estos últimos representados con bastante cercanía en el sensacional Raise Your Hands, uno de los cortes más dinámicos del álbum, con sus partes pausadas en clave bluesy. Otros momentos vitalistas, en los que se reflejan los horizontes setenteros, los encontramos en el enérgico inicio con la genial Showdown, con unas guitarras de perfil corrosivo y un ritmo provocadoramente hipnótico, o en Man On Fire, con trallazos de guitarra envueltos en resonancias sincopadas.

De enfoque más marcado, pero con las mismas cualidades efectistas e incluyendo solos audaces, están Cold Enough, Cool Cody y Reptilian Blues.

Capítulo a parte merece el segmento acústico que incluye los temas In The Beginning, Brain Novocaine, Declaratión Of Independence e It’s Simple, con sonidos de guitarra cercanos a Led Zeppelin y desarrollos vocales que en algunas partes pueden recordar a los Beatles y en otras a Simon & Garfunkel.

Todo esto nos deja a un Jake Sproul de vocalización versátil que, además, utiliza el bajo con estimulante elegancia; a su hermano Daniel, provocador e ingenioso con la guitarra, demostrando poseer amplios conocimientos de la discografía de los grandes guitarristas del hard rock; y por último, a Nathan Barnes quien, seguramente, se habrá empapado hasta el tuétano de las partes de batería de John Boham.

Cautivadores, excitantes y asequibles pero, lejos de la comercialidad trasnochada, tienen el futuro a su favor.

Esto es hard rock primitivo puesto al día con ideas modernas y referencias post grunge.