Tom Waits es la desmesura en persona. Puede pasar decenas de meses en silencio (“Mule Variations” tuvo una gestación de seis años) para luego, si le viene en gana, editar dos discos simultáneos (“Alice” y “Blood Money”). “Orphans” es un triple lanzamiento, con un repertorio formado por 56 rarezas y grabaciones difíciles de encontrar, hasta ahora. Es también una forma de saltarse, una vez más, todas las reglas del marketing de la industria musical. Ésa es su libertad, conquistada tras decidir que lo mejor para un artista era huir del trapicheo de las multinacionales.
La trilogía se abre con “Brawlers” (Alborotadores), una visión arrastrada de la tradición musical norteamericana. Coincide aquí con los últimos proyectos de Springsteen y Dylan (con este último comparte, además, un estilo vocal muy particular). Waits, con la ayuda de su esposa Kathleen Brennan, no se olvida de las viejas glorias del primer rock’n’roll (“Lie To Me”, “Low Down”). Fija también sus ojos en el blues (“Fish In The Jailhouse”) y el gospel (el tradicional “Lord I’ve Been Changed”). Para rematar, retoma la canción protesta y abomina del camino hacia la paz que transitan Bush, Hamás e Israel (“Road To Peace”).
Las canciones de “Bawlers” (Gritadores) son, fundamentalmente, pequeñas historias contadas a ritmo de balada. Son ese tipo de melodías que cualquier publicista quisiera tener como banda sonora de su anuncio de coches . Entre ellas hay canciones de cuna (“Bend Down The Branches”), aproximaciones al jazz (“Long Way Home, “Little Man”) e himnos empapados en alcohol (“Goodnight Irene”).
Por último, “Bastards” (Bastardos) nos devuelve a la carpa del circo y al vodevil. En este escenario hay espacio para todos. En una esquina se homenajea a Kurt Weill y Bertolt Brecht (“What Keeps Mankind Alive”), mientras al otro lado se lee a escritores modernos que ya son clásicos, como Bukowski (“Nirvana”) o Kerouac (“On The Road”).
“Orphans” se convierte así en un ejercicio autobiográfico completo. Además, no hay mejor modo de celebrar los treinta años que lleva Tom Waits cantándole las cuarenta al mundo. Ahora que se acercan los Reyes, si regalan la edición limitada (con un libreto ilustrado de 94 páginas) quedarán como auténticos Magos.