Son de Massachussets y, con su nuevo álbum, III: In The Eyes Of Fire, han dado un gran paso hacia su confirmación como un excelente grupo de metal.
Después de su exitoso The Oncoming Storm, los estadounidenses Unearth han querido dar un paso cualitativo en su trayectoria sin comprometer su futuro y han apostado sobre seguro. La presencia de un genio como Terry Date al mando de la producción siempre es una garantía para encontrar un sonido compacto y brillante. El resultado salta a la vista, nada más empezar a escuchar su nuevo queda demostrada su habilidad para extraer el mayor rendimiento de los profesionales a sus órdenes.
Y es que Unearth no es un grupo fácil de dirigir ya que la variedad de su propuesta requiere de una atención muy especial. Una vez logrado el control de semejante avalancha sonora, el producto final aparece recubierto de una solidez inquebrantable.
Estamos hablando de una banda que mezcla con imaginación, contundencia y virtuosismo distintas influencias inherentes al universo metálico, como la apoteósica dinámica del thrash, la crudeza del metalcore y la ductilidad del deathmetal melódico. Todo eso se traduce en unas composiciones de estructuras en constante cambio adaptadas con un toque personal de rabiosa actualidad.
Cada corte del álbum nos transporta por una absoluta variedad de ritmos e inesperados giros, con aparición de riffs musculosos ejecutados por Ken Susi y Buz McGrath y una aplastante batería a cargo de Mike Justian. Pero III: In The Eyes Of Fire, también nos ofrece acordes de alta velocidad, algunos con reminiscencias de los primerizos Slayer. No faltan los solos de aparición sorpresiva aunque de corto recorrido. Todo, respaldado por la virulenta vocalización de Trevor Phipps. Tampoco reniegan de las armonías de alto poder melódico, enmarcándolas en un contexto fibroso.
Aprovechando las influencias procedentes de grupos clásicos como pueden ser Judas Priest, Iron Maiden o Pantera, Unearth las han mezclado con sonidos vinculados al metal más virulento, creando una fórmula de granítica consistencia y arrolladora textura.
No es una grabación para asimilarla a las primeras oídas. La cantidad de matices que contiene se absorben poco a poco, degustándolos como un exquisito menú en el que siempre te sorprende descubrir un ingrediente nuevo.
Metal del siglo XXI, rabiosamente actual y reforzado con influencias clásicas.