Nada mejor que reunir a la flor y nata de una especialidad concreta para obtener los mejores resultados. Esto es lo que han pensado los estadounidenses Daath, un grupo procedente de Atlanta todavía no demasiado conocido internacionalmente, pero con una grabación como The Hinderers (su debut para Roadrunner), que augura un futuro, como mínimo, esperanzador.
Ahí es nada. Tenemos un álbum producido, por James Murphy (ex-Death, Obituary, Disincarnate, Testament), mezclado por Colin Richardson (Bullet For My Valentine, Machine Head, Cradle of Filth, Fear Factory) y con la ayuda de Andy Sneap como ingeniero. Hombres ilustres cuyo apellido es sinónimo de calidad y garantía de efectividad.
Así las cosas, nos encontramos con un trabajo provocador, rabiosamente actual pero con importantes conexiones con los sonidos básicos que han forjado la historia del death metal. Un álbum, por otra parte, que contiene todos y cada uno de los ingredientes necesarios para lograr un producto de lo más compacto.
Vayamos por partes. Tenemos una base de batería a cargo de Kevin Talley (ex Chimaira y Diying Fetus), que aporta cuerpo a las composiciones con el respaldo del consistente bajo de Jeremy Creamer; una dupleta de guitarristas formada por Eyal Levy y Emil Werstler, quienes, igual colocan solos vitalistas que incursionan con eficacia en el terreno de las armonías contagiosas, o atacan con vigorosos riffs; un vocalista, Sean Farber, cuyo registro encaja perfectamente en el entramado instrumental y, por último, Mike Kameron, da los toques definitivos incluyendo aquí y allá atractivos teclados que terminan por recargar la atmósfera de un ambiente con ciertas dosis de originalidad.
De entrada, Subterfuge, sacude las neuronas con un batería absorbente y una primera demostración de habilidad creativa guitarrera con un solo alucinante y ritmos desbordantes. Un primer corte que por si solo prepara el camino hacia un completísimo trabajo en el que podemos comprobar la maravillosa simbiosis de guitarras y teclados en From The Blind, con cambios de estructura y momentos en los que la sombra de la influencia de la música clásica planea sobre el ambiente.
El álbum desprende vitalidad a borbotones y no descuidas aspectos más oscuros, fronterizos con el black, como se aprecia en Cosmic Forge, con la fusión de voces demoníacas, teclas intimidadoras, guitarras incisivas y una aplastante batería. Un ejemplo que puede servir para el resto de composiciones del álbum, abruptas y mordaces, cuya ejecución es técnicamente irreprochable. Un vibrante trabajo a tener en cuenta, de un grupo demoledor y con futuro.
Death metal salpicado de brochazos black, interpretado con una técnica impactante.