Los madrileños Amset editan su tercer álbum, un trabajo conceptual basado en las películas de terror.

Cuando una discográfica apuesta fuerte por un grupo y cree en sus posibilidades, sin duda es porque el producto tiene las bases suficientes como para lograr los objetivos deseados. El tercer trabajo de Amset cumple con esta premisa, aunque con ciertos matices.

Antes que nada hay que comentar que Suspiria (Anatomía del Miedo) es una grabación conceptual sobre las películas de terror, surgido de una idea de Ritchie Sánchez. Así, cada uno de los 13 cortes del álbum están relacionados con alguna película y son: La Cicatriz (Frankenstein, 1931), Noche de Difuntos (Saga Halloween, 1978-2002), Cada Anochecer (Sleepy Hollow, 1999), Cenizas (La Guerra de los Mundos, 1954), Horizontes Opuestos, (Dr. Jekyll and Nr. Hide, 1920), Viernes 13 (Saga Viernes 13, 1980-2001), Tiffany (Saga Muñeco Diabólico, 1988-2004), Alma sin Luz (El Exorcista, 1973), Reinado de la Noche (Drácula, 1931), Volverán (La Noche de los Muertos Vivientes, 1968), Balas de Plata (El Hombre Lobo, 1941), Entre Sonrisas de Carbón (The Eye, 2002) y Preso del Delirio (El Gabinete del Doctor Caligari, 1920).

Esta es una de esas grabaciones cuyo contenido está construido a base de un trabajo metódico y meticuloso. Todas las piezas parecen colocadas con suma precisión. Los riffs musculosos y el ritmo sostenido forman el caparazón principal; luego se van añadiendo distintos ingredientes para completar una obra sin fisuras, como sugerentes partes de teclados, efectos diversos, algunos nítidos solos de guitarra y una vocalización que abarca un protagonismo relevante.

Pero, Suspiria, tiene un contraste que puede ser motivo de controversia. La imagen global de la obra que se quiere transmitir, oscuridad, terror y dramatismo, pierde parte de su sentido cuando descubrimos que las partes vocales discurren a través de registros bastante melódicos, flirteando en las fronteras del pop-rock. Por momentos, las tonalidades propias de Enrique Bunbury (época Héroes del Silencio), se hacen excesivamente presentes. Queda claro que cuando la voz está respalda por los ritmos su presencia se revaloriza, pero en los tramos que debe afrontar con menos apoyo instrumental su efectividad se resiente.

Toda la fuerza que desprenden los riffs de guitarra y la consistencia de los ritmos, pierde parte de su cometido al estar supeditados al marcado protagonismo melodioso de la voz. En este sentido, el mejor trabajo vocal lo encontramos en Cenizas, aquí, la voz tratada con algo más de energía y con una modulación diferente, si encaja plenamente con el magnetismo de las guitarras.

El resultado final es un disco que incluye provocadoras guitarras heavys, algunas concesiones al metal gótico, ritmos emparentados con el hard rock y voces cuyos vértices entroncan, un alto tanto por ciento, con los mencionados perfiles pop-rock.

Una mezcla sorpresiva que, seguramente, enganchará a unos y hará titubear a otros. Pero, de lo que no se puede dudar, es de la creatividad y el sentimiento puesto a lo largo de todas las composiciones.

Al esmerado trabajo general de producción, se añade la inclusión de un bonus DVD conteniendo los videos de Cada Anochecer y La Cicatriz, además del making of de la grabación.

Heavy metódico de guitarras vigorosas y sugestivos teclados con una vocalización melódica.