En los últimos años, los países nórdicos se han convertido en una fuente de grupos con tendencia a los riffs de guitarra contundentes y a los amplificadores al máximo volumen. Los suecos Hellacopters, sus compatriotas Backyard Babies y los noruegos Gluecifer o Turbonegro han aturdido a miles de seguidores del rock duro con un ojo puesto en la música garage. El cuarteto danés The Blue Van también hace un ejercicio de nostalgia con su segundo álbum, “Dear Independence”, aunque sus referencias hay que buscarlas en formaciones que surgieron de la electrificación del rhythm & blues, como The Small Faces, Cream, The Kinks o The Who.
Steffen Westmark (voces y guitarras), Soren V. Christensen (teclados y voces), Per M. Jorgensen (batería, percusión y voces) y Allan F. Villadsen (bajo) crecieron en Broenderslev, una zona rural situada a más de 500 kilómetros de Copenhague. El escaso movimiento musical que tenía lugar en la zona obligó a estos cuatro compañeros de clase a entretenerse con su colección de vinilos, cargada de blues y rock’n’roll, y a emular a sus ídolos en los instrumentos. Para desarrollar su carrera adoptaron el nombre con el cual se conoce a las furgonetas que en su país sirven para trasladar a los enfermos mentales.
Henry Hirsch, productor y responsable del sonido de grandes éxitos de Lenny Kravitz como “American Woman”, “Again” o “Dig In”, ha conseguido que cada uno de los temas de “Dear Independence” tenga un golpe escondido. Un ritmo inicial bien marcado (“The Odyssey”), cercano a la marcha militar, también deja espacio a uno de los elementos característicos de la banda, las líneas de sonido del órgano Hammond, casi omnipresentes en composiciones como “Independence”, “Rico” y la balada final “White Dominos”.
The Blue Van destaca por la facilidad que muestran para ofrecer melodías muy cercanas al pop (“Don’t Leave Me Blue”, “The Poet Tree” o “Momentarily Sane”) con guiños a The Beatles y los primeros Rolling Stones. Sin embargo, los daneses también saben tensar los nervios y dar más protagonismo a las guitarras cuando es necesario. Así lo demuestran los solos de “Goldmind” y “The Time Is Right” y el regusto bluesero que deja “Keep Me Running”.
Es incuestionable la veneración que siente esta banda por los grandes nombres de la historia de la música. Su homenaje en forma de composiciones propias así lo confirma. De esta forma, se apuntan a la línea revisionista de otros intérpretes contemporáneos como Kings of Leon, The Black Crows o Marah.