Esta historia se ha contado decenas de veces con protagonistas diferentes. Cuatro amigos, casi adolescentes, deciden consumir sus energías aporreando los instrumentos musicales. De esta forma, Kyle Falconer (voz y guitarra), Kieren Webster (voz y bajo), Pete Reilly (guitarra) y Steven Morrison (batería) intentan superar el aburrimiento que les provocan las clases que siguen en un colegio católico de Dundee (Escocia). Tras instalar su sede en un pub local y actuar en bares de la zona con un repertorio formado por versiones de los clásicos del punk-rock británico y algunas composiciones propias, el cuarteto recibe la llamada del éxito. El cazatalentos James Endeacott, quien descubrió a bandas como The Strokes o The Libertines, les ficha para su nuevo sello discográfico, 1965 Records.
Para grabar su debut, Hats Off To The Buskers, se confió en la producción, y los cuidados, de Owen Morris (Oasis, The Verve, Ash). El ingeniero, con fama de excéntrico, hubo de afrontar la inexperiencia de los cuatro jóvenes. Los músicos, que ya olían el éxito gracias al single de presentación “Wasted Little DJ’s” y a las actuaciones junto a Babyshambles, Primal Scream y The Undertones, pusieron en marcha toda su creatividad para evitar convertirse en el nuevo grupo “de usar y tirar” exportado por Gran Bretaña.
Una baza que juega a favor de los escoceses es la energía y vitalidad desbordante de sus canciones. Así lo demuestran tanto el berrido iniciático y la aspereza de las guitarras de “Comin Down”, como la velocidad que desprende “Dance Into The Night”. Su aproximación al punk está más cerca de The Clash que de los Sex Pistols gracias, sobre todo, a la incorporación de elementos de la música jamaicana (“Skag Trendy”, “Grans For Ten” y el ritmo ska de “Wasteland”).
Tampoco escapan de la tradición pop de las Islas Británicas y se sumergen en la búsqueda de melodías luminosas (“Don’t Tell Me”, “Claudia”) y estribillos pegadizos (“Superstar Tradesman”, “Same Jeans”). Asimismo, demuestran ser capaces de construir piezas de folk-rock (“Face For The Radio”) empuñando una guitarra acústica y entonando un particular juego de voces.
The View, a pesar de su (supuesta) inexperiencia, ha conseguido convertir su primer disco en una colección de buenas canciones. Quizás la decisión más difícil haya sido elegir los singles que representen el sonido del álbum. Se nota que beben de buenas fuentes. Sin embargo, eso también puede hacer que sea más difícil que encuentren un camino propio.