“Sólo me quieres cuando sonrío, cuando soy maga y te sorprendo. Sólo quieres quererme cuando soy fuerte, cuando muevo montañas.” Estas son las primeras palabras que pronuncia Silvia Penide en Desafinante crónica, su tercer disco (ya había publicado Kilómetros e Invisible en 2003 y 2005, respectivamente). Y desde luego, en esta nueva entrega discográfica la coruñesa a buen seguro habrá conseguido ser querida, porque una vez más ha logrado crear magia con su música, sorprender al oyente y también mostrarse fuerte.

Afirma Silvia en el libreto del disco que estamos ante “un viaje por las rupturas que me recompusieron (propias y ajenas)”. Pues bien, la cantante afronta dicho viaje armada con su magnífica voz, contundente y cálida, y con un buen puñado de historias que nos suenan sinceras y cercanas, tal vez por la desnudez con que se afronta su construcción, siendo la voz y la guitarra acústica la materia prima predominante en casi todos los temas (sólo en el single Reventaba se hacen concesiones a un sonido más cercano a Coldplay y bandas similares).

Desde luego, el punto fuerte del disco viene en las letras, donde no encontraremos poesía enrevesada ni, en el lado opuesto, una excesiva simpleza lírica. Silvia Penide sabe encontrar el equilibrio perfecto entre ambos extremos, y la aparente sencillez de su prosa acaba dejando vía libre para que vayan calando los sentimientos que va desgranando corte a corte.

En los 39 minutos de Desafinante crónica hay momentos para mostrarse más firme y optimista (Tan fuertes, Grandegigante, Reventaba), pero también otros donde a la solista no le importa sacar su fragilidad a relucir y casi nos parece verla sentada en el sofá de nuestra casa, sacando doloridas notas de su guitarra y al borde de las lágrimas (Querer nada, Cuando aún es de día). En ese sentido, la grabación transmite perfectamente un ambiente casero que te envuelve en cada sucesiva escucha, arropando con su calidez.

En definitiva, estamos ante un nuevo paso delante de una cantautora pop que seguramente no conquistará las listas de éxitos –su propuesta tiene más de las muy recomendables Liz Phair, Tori Amos o Cristina Lliso de Esclarecidos que de, por ejemplo, Rosana y similares–, pero que se hará un hueco en los oídos y el corazón de quien se deje embelesar por su música, a veces dulce, otras amarga y desgarradora, pero siempre mágica.