Sí, vale, Marlango es el grupo de la actriz Leonor Watling. Habiendo cumplido con esta ineludible referencia podemos concentrarnos ya en la música, que es lo que realmente nos importa una vez llega a nuestras manos el tercer disco de estudio del trío que completan Alejandro Pelayo y Óscar Ybarra.
En las entrevistas Marlango han manifestado encontrarse en una etapa de placer y libertad, disfrutando de sus conciertos y encontrándose más a gusto consigo mismos y con menos pudor que cuando empezaron en 2004 con su álbum homónimo. Así pues, asentados en un estilo poco practicado por estas tierras, en The electrical morning siguen jugando con el mismo tipo de sonido y creando canciones bastante similares a las aparecidas hasta ahora en su discografía. Si acaso podemos decir que, como ellos mismos señalan, las canciones más movidas suenan algo más contundentes y las lentas suenan más tranquilas.
Lástima que sean precisamente estas últimas las que ganen por goleada, porque la inicial Shout es inmejorable, mostrándonos a una Leonor metiéndose en la piel de la P.J. Harvey más rockera y arisca. A partir de ahí la abundancia de temas lentos y medios tiempos logra transmitir serenidad, tranquilidad y belleza (el título del disco alude a esa rara hora de la mañana en que muchos se levantan para comenzar el día y otros regresan a casa después de una salida nocturna), pero se echa en falta algo más de mordiente.
El single elegido para presentar el disco, Hold me tight, no es desde luego el tema más representativo del mismo, pero sí el mejor reclamo comercial, con esa perfecta construcción y esa voz que tanto gustará a los seguidores de, por ejemplo, Natalie Merchant, artista que anda bastante cerca de los parámetros de Marlango. En el capítulo de las colaboraciones destacan Miguel Bosé (en Dance! Dance! Dance!, una pieza cercana a Leonard Cohen) y Jorge Drexler, aunque no termine de estar demasiado justificada su presencia.
En resumidas cuentas, The electrical morning acaba siendo un disco muy bien planeado y ejecutado, y hay que reconocer que pese a todas las sospechas de diverso tipo que puedan recaer sobre el grupo, al final hacen música con gusto y eficazmente elaborada. Que luego sigan siendo la banda de moda para los treintañeros con vocación de “modernitos” y vanguardistas es otra cosa, y ellos no pueden hacer nada por evitarlo.