Vistas con la necesaria perspectiva temporal, las portadas que ilustran los tres últimos discos de PJ Harvey pueden ser pistas para descifrar la música que la cantante ha elaborado desde el año 2000. Stories from the City, Stories from the Sea (2000) descubría los matices de una ciudad como Nueva York, mientras que Uh Huh Her (2004) ilustraba un viaje liberador por el desierto con doble ración de bilis. Con White Chalk, la británica ha cambiado nuevamente de residencia. Ahora se refugia en una robusta casa de madera con la única compañía de un quinqué... y sus fantasmas.
En su nueva morada, Polly Jean no debe de tener luz. Por ese motivo, se ve obligada a prescindir de la guitarra eléctrica, el instrumento que hasta ahora le servía de guía para escribir sus canciones. En su lugar, la compositora se sienta tras el piano, cuyas notas se tornan omnipresentes y tiñen el disco de una atmósfera gótica, casi siniestra. A pesar de intentar aliviar la soledad con antiguos amigos, como John Parish (voces, batería, percusión y bajo, entre otros), Eric Drew Feldman (teclados) y Jim White (batería y percusión), White Chalk es, quizás, la obra más personal de PJ Harvey.
Esta impresión tiene un origen claro: los ejercicios que Polly Jean pone en práctica con las cuerdas vocales en cada uno de los temas del álbum. Utilizando un tímido hilo de voz, con un registro agudo y melancólico, la cantante suena etérea en "The Devil", frágil en "Dear Darkness" y fantasmagórica en "Grow Grow Grow". Muy lejos queda aquí la visceralidad del rock. Ahora, la propuesta es radicalmente diferente y se basa en crear una atmósfera quebradiza, con pocos adornos (las notas del arpa en "Broken Harp", los cantos de sirena de "The Mountain"), pero con la misma fuerza expresiva.
La propia PJ Harvey ha afirmado que aprender a tocar un nuevo instrumento ha provocado que se libere su imaginación. Así, el piano ha abierto una nueva vía de comunicación para la cantante de Yeovil (Inglaterra), donde los techos se mueven (en el single de presentación, "When Under Ether"), los dedos sangran ("White Chalk") y los martillos golpean a las familias desestructuradas ("The Piano"). White Chalk nos ofrece a una nueva Polly Jean. En este caso, sutil, vaporosa y sumergida en las brumas de la tristeza. Pero, en ningún caso, pierde la capacidad para emocionar.