Algunos contemplaron con horrenda frustración que iban a quedarse tan sólo acariciando la ocasión de asistir al concierto.
Como un grupo de fantasmas en efímera rebeldía a su muerte, los Héroes que se convirtieron en uno de los mayores mitos de la música española y que sólo por su propia voluntad se extinguieron, regresaron a su silencio tras su última función.
Lo hicieron en el valenciano circuito de Cheste, en una jornada difícil para los fans que debían asumir la tristeza de que aquello que iban a vivir era un dulce espejismo, una última oportunidad de recuperar el sonido en vivo de una concatenación de temas cargada de épica, melancolía, fuerza y garra que rememoraba a la perfección otros tiempos cuando su líder no sólo no había perdido su apuesta por el rock and roll, sino que con ella se convertía en uno de sus más dignos representantes. La espina se hacía especialmente sangrante por las circunstancias: quienes quisieron asegurar el puesto tuvieron que sufrir las inclemencias meteorológicas y recibir un manto de lluvia, quienes no pudieron asegurar su estancia tuvieron que someterse al caos habitual en los accesos a Cheste en las pruebas de motociclismo. Cuando Bunbury iba golpeando el corazón de los asistentes a fuerza de uno y otro hit de un pasado que le queda muy lejano dentro de su evolución musical, todavía llegaban arrastrándose, huyendo como podían de sus coches abandonados en muchos casos en laterales de la autovía, los espectadores para asistir a un concierto que en muchos casos se encontraron ante un objetivo simplemente imposible, a la vista de los más de 15 kilómetros de retención en dirección a Valencia y de lo más irritante: el concierto anunciado como de aforo ilimitado (finalmente asistieron por encima de las 85.000 personas, algunas fuentes hablan de 100.000) estaba lleno para los que llegaron a última hora.
Con El Estanque como punto de partida, la profesionalidad por encima de la pasión (que venía sola con sus temas) con la que en muchos casos han resuelto esta breve pero intensa gira, fue tornándose en algo muy diferente a medida que discurría el tiempo. No más lágrimas, con un título imposible de cumplir para quienes de verdad sentían lo que allí se estaba perdiendo, Maldito duende, Entre Dos tierras (dos de sus primeros megahits tras el histórico Héroe de Leyenda, que muy pronto anunciaba su destino y que también tuvo su momento), Despertar... una colección larga e irrepetible que quizá si el paso de los años nos deja una nueva sorpresa, si sus balances bancarios en el futuro lo aconsejan, o simplemente si percibieron en contacto con los suyos cuánto sigue significando su música más allá de un recuerdo entrañable o una línea brillante en su currículum, en el futuro deje espacio para una nueva demostración de lo que llegaron a ser y de lo que todavía representan. Y quizá así alivien La Herida dejada en manos de quienes creían poder asistir por última vez a uno de sus shows y contemplaron con horrenda frustración que iban a quedarse tan sólo acariciando la ocasión.