Harry Connick, Jr. es uno de los cantantes -y pianistas- que más ha trabajado para acercar el jazz a grandes audiencias. Lo consiguió al encargarse de la grabación de la banda sonora de la película “Cuando Harry encontró a Sally”, dirigida por Rob Reiner en 1989. Con un repertorio basado en clásicos del género, aquel proyecto consiguió un gran éxito, sobre todo por las cifras de venta. Sin embargo, los sectores más puristas siempre se han mostrado recelosos ante las inclinaciones “pop” de los intérpretes de jazz. Quizá por eso, este músico, y actor, intenta combinar ambas vertientes.

Nacido en Nueva Orleans hace cuarenta años, Harry Connick Jr. vivió como una tragedia personal la destrucción de su ciudad natal por el paso del huracán Katrina. Prestó su imagen en campañas solidarias y organizó la gala A Concert for Hurricane Relief para recaudar fondos a través del canal NBC. Además, se trasladó hasta la ciudad de Luisiana con un equipo de televisión para sensibilizar a la opinión pública sobre las penurias que vivían aquellas personas que no habían podido huir del temporal.

Pero, tras el desastre llegó la hora de la reconstrucción y este disco sirve como banda sonora del renacimiento de Nueva Orleans. Con arreglos para una big band (17 músicos) y un repertorio bien escogido, Harry Connick Jr. desgrana los estilos que han alimentado el patrimonio cultural de aquella ciudad. Por sus calles desfilan compositores como Lee Dorsey y Allen Toussaint (Yes We Can y un Working in the Coal Mine aderezado con percusiones), se entonan cánticos tradicionales (Won’t You Come Home y Careless Love) y se escuchan las voces de Raymond Myles (Elijah Rock) y Louis Armstrong (Hello Dolly).

Pero el cantante no ha olvidado su faceta como creador. Así, la mente conserva las imágenes de aquellos que buscaron refugio en el centro de convenciones (All These People) y los recuerdos de una ciudad que vive entre el pecado y la salvación (Do That Thing). Todo ello contribuye a crear un sentido homenaje a Nueva Orleans (Oh, My Nola).

Como es lógico, el álbum también tiene su vertiente humanitaria. Parte del dinero conseguido con las ventas del disco irá destinado al denominado “New Orleans Habitat Musicians’ Village”. Se trata de un proyecto impulsado por el propio Connick y su amigo, y saxofonista, Branford Marsalis con el objetivo de construir casas para los artistas que han forjado el sonido de toda una ciudad.