Tocada por la varita de los dioses (musicales) desde temprana edad -componía con 14 años tras más de un lustro recibiendo clases de piano-, Alicia Keys pretende ser el puente de conexión entre el soul clásico y los sonidos más contemporáneos (y comerciales). No se puede olvidar que su álbum de debut, Song in A Minor (2001), despachó más de 200.000 copias en Estados Unidos durante la semana de su publicación (cifras que ha superado en cada una de sus referencias discográficas). Con The Diary of Alicia Keys (2003) se consolidaría una carrera de éxito tras la consecución de cuatro premios Grammy en las categorías dedicadas al Rhythm & Blues.
As I Am es el tercer álbum de estudio de la cantante de Nueva York y pretende ensanchar, si eso es posible, su audiencia potencial. Con este objetivo, Alicia Keys se ha acercado a géneros más accesibles, como el pop y el rock, buscando el encuentro “entre Janis Joplin y Aretha Franklin”. Al pisar terreno inhóspito, la pianista ha buscado diferentes guías para el camino. John Mayer -uno de los cantantes y compositores de más éxito en los Estados Unidos- y Linda Perry (4 Non Blondes) han dirigido sus pasos.
El primero aporta voz y pluma en Lesson Learned, un medio tiempo pop basado en la calidez vocal y el sonido de los instrumentos, sin trucos tecnológicos. Por su parte, Perry firma tres composiciones, entre las que destaca Superwoman por sus arreglos de viento y por la variedad en las teclas (Alicia Keys toca el piano, pero también teclados eléctricos como el Rhodes, Wurlitzer y el Mellotron, entre otros).
Sin embargo, cuando circula por caminos ya transitados, la intérprete se rodea de viejos conocidos, como los productores Jeff Robinson y Peter Edge (Angie Stone, Dido, Jamie Foxx) y el compositor Kerry “Krucial” Brothers. Juntos firman temas como Go Ahead, Like You’ll Never See Me Again o No One, el single de presentación del álbum. Son temas almibarados que abusan de una producción artificial, dominada por una batería programada que suena a cartón piedra.
Con As I Am, Alicia Keys ha conseguido un punto de inflexión en su carrera, gracias a la experimentación con sonidos más populares. Pero estos virajes, como en todas las facetas artísticas, también acarrean algunas deserciones. En este caso, las de aquellas personas que oyeron en la artista neoyorquina a Marvin Gaye o Stevie Wonder.