Mientras el nombre de Queen sigue su camino arrastrado por la codicia de la industria, una demostración de por qué nunca debería manipularse el recuerdo de un grupo que llegó a situarse por encima del resto nos llega con la publicación de uno de sus conciertos. Si poco tiempo después del fallecimiento de Mercury se puso a la venta el mítico Live At Wembley, el doble soldout de Montreal en el 81 (24/25 de noviembre) hace gala de un sonido más limpio tras las remezclas que el de aquel (en un defecto que se agravaba con Live Killers, 1979), y a pesar del lógico menor repertorio se aprecia el estado de gracia en el que se encontraba la banda a principios de la década. No en vano hablamos del momento en que se confirmaba su impacto mundial arrasando en EEUU, Latinoamérica (con el récord de 131.000 brasileños bajo sus pies en el estadio Morumbi de Sao Paulo) y en que lograban el hito de alcanzar por primera vez de forma simultánea en el Reino Unido el nº1 con single, album y video musical.

Sin teclista adicional, Freddy toma el piano para que todo el protagonismo del doble CD recaiga en los cuatro únicos miembros que pueden llegar a ser Queen. Una versión propia de su 'We Will Rock You' inicia (y concluye, ya en su modalidad original y con permiso de 'God Save The Queen') la exhibición para ir engarzando temas que inicialmente desprenden una fuerza y ritmo que ellos mismos apreciaban más acelerado y enérgico de lo habitual. La limpieza y contundencia de la voz de Mercury se explaya en varios cortes liberándose de los estrechos márgenes del estudio y resuena especialmente en composiciones antológicas como 'Somebody To Love', emocionando como no podía ser de otra forma con la proclamada por algunos (y posiblemente con justicia) mejor canción de la historia, 'Bohemian Rhapsody'. Entre tanto, regalos poco habituales como 'Flash' y 'The Hero' se alternan con clásicos como 'Under Pressure', 'Crazy Little Thing Called Love', el 'I'm In love with my car' de Roger Taylor o versiones como Jailhouse Rock, mientras 'Now I'm Here' entra y re-entra antes del arpeado de Love Of My Life.

Algunos reprochan que en la versión DVD que se ha lanzado paralelamente se aprecia la frialdad del público en comparación con otros conciertos como el que el mismo año ofrecieron el Milton Keynes, posiblemente por la influencia de la falta de instrumentalistas de apoyo que impide al líder ejercer de frontman como en otras ocasiones. En todo caso la grabación supone una ocasión envidiable -única por más que se empeñen los profanadores- de recuperar el sonido de un grupo que gracias al remezclado ha quedado como una de las mejores muestras de lo que Queen era capaz de ofrecer en directo.
God Save The Queen... aunque sea del mismísimo Brian May y de Paul Rodgers.