La irrupción de The Dillinger Escape Plan en la escena hardcore convulsionó los cimientos del género con su personal toque vanguardista. Sus sacudidas sonoras marcaron un estilo que alcanzó su mayoría de edad cuando publicaron Miss Machine.
Ahora el grupo norteamericano torpedea de nuevo los oídos de seguidores y despistados con una virulenta andanada de lo que se denomina en los círculos más enterados como mathcore, o lo que es lo mismo, una fuerte dosis de música paranoica libre de toda estructura convencional.
Y es que, demuestran que su universo es tan peculiar que escapa a cualquier esquema reconocible. Para no acabar en un hospital con úlcera estomacal, antes de escuchar Ire Works, uno debe tomar la suficiente cantidad de omeprazol. Una vez protegido el estómago y después de abrir la mente en espera de las sensaciones más insospechadas, se podrá acometer la dura prueba de asimilar la vorágine depredadora incluida en el álbum.
Para muchos, alcanzará el calificativo de genial, para otros se tratará de música facturada en Marte. Seguramente, indiferente no dejará a nadie. Si algo queda claro es que es un trabajo que desprende cantidades de alta tensión a través de planos estructurales surrealistas, giros rítmicos imposibles y una intrínseca fuerza vital desestabilizadora.
Este, es uno de esos trabajos que dejan los sentidos tocados y el cerebro preparado para una visita al manicomio. Es pura esquizofrenia transgresora e imprevisible.
A los dos primeros cortes salvajes y desequilibrantes como Fix Your Face (con colaboración de su anterior vocalista Dimitri Minakakis) y Lurch, le sigue un cambio radical con Black Bubblegum, mucho menos radical, con voces fuertes pero dotadas de cierta armonía. Luego, asoman destellos de electrónica y loops (Sick On Sunday); recreaciones estilo banda sonora (When Acting As A Particle); para volver a sumergirnos en las guitarras de aristas anarquistas y las voces cabreadas, en cortes como Nong Eye Gong o 82588.
También pueden sonar más accesibles (dentro de lo que cabe) como en Milk Lizard, de ritmo contagioso, voces entre la melodía y el histerismo y algunas notas de piano.
En definitiva, arriesgar es su lema, y lo hacen con todas las consecuencias. No hay un corte similar a otro, pero juntos forman un atmósfera tóxica de altiva sofisticación que puede resultar positivamente aditiva o acabar con las neuronas del oyente más esforzado.
Es difícil buscar alguna referencia para su sonido, pero cualquier buen aficionado podrá percibir reflejos de Faith No More.
De sus componentes originales, el grupo mantiene solo al guitarrista Ben Weinman, junto a Greg Puciato (voz), Liam Wilson (bajo),Jeff Tuttle(guitarra) y Gil Sharone (Stolen Babies), a la batería, quien ha sustituido a Chris Pennie, que se ha marchado con Coheed & Cambria.