Con la edición del anterior álbum, Trust, Saga ya demostraron mantenerse en buena forma después de 30 años de trayectoria. Ahora, con la edición de 10.000 Days, vuelven a ofrecernos una serie de composiciones de lectura sofisticada y versátiles estructuras.

Un dato a resaltar es que este álbum marca la despedida del vocalista Michael Sadler, quien, al parecer, tiene otras prioridades personales en estos momentos.

La grabación sigue parámetros similares a los de su anterior trabajo. Se incluyen composiciones revitalizadoras, que buscan nuevos caminos, con un enfoque más decantado hacia los perfiles progresivos, dejando para contadas ocasiones las partes más convencionales.

Todo el grupo muestra su habitual profesionalidad, cohesionado al máximo y dando muestras de una creatividad que parece inagotable, y muy meritoria a estas alturas. Pero hay un elemento que inyecta algo más de excitación y es el aporte de los teclados manejados con maestría por Jim Gilmour; aunque tampoco debemos olvidar el carisma que derrocha Ian Crichton, a las seis cuerdas.

Estamos ante una producción cuyos horizontes llegan a expandirse hasta las fronteras propias del jazz-fussion, aportando canciones como Book Of Lies, con una guitarra de marcado sentimiento, o Can’t You See Me Now?, un corte cuya dinámica atraviesa diversas fases con implicación total del grupo. Pero si hay que destacar una composición de carácter arriesgado y con visión vanguardista, debemos mencionar la instrumental, Corkentellis, todo un derroche de vitalidad, arropado con planteamientos de estética laboriosa que nos sumergen en un mundo de sugestivas filigranas.

Obviamente, su lado más acomodado a esquemas clásicos también está presente. Como muestras, se incluyen, More Than I Deserve, con la voz de Sadler colocando su lado más romántico, al igual que en 10.000 Days.

Otros momentos donde el sonido atrapa los sentidos es en las composiciones en las que mezclan con inventiva sus raíces sonoras con ingredientes atrevidos que rentabilizan el contenido y lo envuelven en una espiral de reconfortante actualidad. Ahí están, la inicial Lifetime, con el encuentro desestabilizador entre guitarras y teclados; Sideways, con fusión de coros preciosistas e instrumentación fantasiosa, o el final, con It Never Ends, en el que se incluyen partes que recuerdan a Rush.

10.000 Days, constituye una pieza más en la dilatada carrera de Saga, poniendo de manifiesto que la veteranía no es un obstáculo para mantener un sonido con importantes dosis de frescura.