Charlie Brooker (Dead Set: la muerte en directo) es quien ha creado Black Mirror, la serie más vista en Reino Unido de las últimas décadas, por argumentarse en un futuro cercano y en una realidad al orden del día: la influencia de la tecnología en la sociedad.
La serie está formada por tres capítulos largos que cuentan tres historias alrededor de la tecnología, la sociedad de la comunicación y los propios límites del ser humano, que sobrecogen al espectador, viendo que la sociedad actual está más que integrada dentro del mundo tecnológico y cómo éste puede llegar a influir.
Cada uno de los tres episodios son autoconclusivos, sin relación de unos con otros en la trama. El tono de los argumentos y la crítica pura que hacen, desde el límite, es lo que que tienen en común. Desde Cuatro, en un ejercicio interesante de programación televisiva, decidieron emitir los tres en la misma noche, jugando con Black Mirror como "contenedor", más que como serie al uso, y la fórmula les reportó buenos resultados.
“El himno nacional” es el primer capítulo. Dirigido por Otto Bathurst (Criminal Justice, Five Days), este relato analiza el papel de los medios de comunicación, el comportamiento de la sociedad y de aquellos que la dirigen en situaciones en las que una vida depende de una decisión crucial. ¿Una situación límite puede conseguir que perdamos más que la dignidad? Contestar a la pregunta parece fácil; después de verlo puede que la respuesta sea diferente...
“Toda tu historia” fue emitido en España en segundo lugar, aunque se trata del tercero de los episodios. Dirigido por Brian Welsh (In Our Name, Kin) y con guión de Jesse Armstrong (Peep Show), aquí se introduce al espectador en una realidad alternativa pero cercana en la que todo el mundo lleva implantado un chip de memoria capaz de registrar cada cosa que hacen, ven o escuchan. Gracias a este sistema nunnca olvidan una cara, unas vacaciones, una reunión o una fiesta, pero recordar todo no siempre es positivo y menos para una relación en la que los celos juegan un papel importante. La crítica a la tecnología es feroz demostrando que no siempre estar a la última es sinónimo de estar feliz y llevando al límite la máxima de "ojos que no ven, corazón que no siente".
La tercera propuesta embarcada dentro de Black Mirror es “15 millones de méritos”, dirigida por Euros Lyn (Sherlock, Torchwood). En esta ocasión, los ciudadanos llevan una vida vacía y sin esperanza y se resignan a realizar trabajos físicos para conseguir “créditos” que les permitan ganar distintos privilegios, como conseguir nuevas aplicaciones o personalizar la pantalla con nuevos objetos para sus avatares. La única manera para escapar de esta existencia anodina es participar en el talent show “Hot Shot”, donde deben impresionar a los jueces (una especie de Tú sí que vales o American Idol). En este caso la crítica se enfoca hacia las redes sociales, la telerealidad, la tecnocracia absoluta... recogiendo ideas clásicas de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, o La máquina del tiempo, de H.G. Wells. En un mundo irreal, sólo un soplo de realidad vale la pena.
La apuesta de Cuatro obtuvo medias del 6,2%, 6,6% y 7,2%, demostrando que hay público en espacia interesado por este tipo de productos más "especiales". Black Mirror se mantuvo por encima de la media diaria de Cuatro. Puede que cuando salga la segunda temporada tenga más éxito aún.
Habrá que esperar a ver con qué sorprenden sus creadores para esa segunda tanda. De momento se sabe que serán de nuevo tres episodios, según ha anunciado su creador Charlie Brooker (también creador de Dead Set, aquella producción zombi con el Gran Hermano británico como único baluarte ante los no-muertos), que volverán a ser emitidos por el canal británico Channel 4. La grabación de los capítulos comenzó en agosto y se prevé lleguen a las pantallas en 2013.