Frank Darabont es uno de los guionistas y directores más reconocidos, y probablemente uno de los que se ha llevado los golpes más célebres con productos de renombre. En el caso concreto de The Walking Dead, por mucho que los cómics de Kirkman fueran un éxito, las labores de Darabont como realizador -o eso que se conoce ahora como showrunner- fueron determinantes para que la serie comenzara arrollando, un nivel que marcó la repercusión que a la postre la ha convertido en absoluta referencia.
De hecho, podría argumentarse que el momento más difícil de The Walking Dead vino tras la salida de Darabont, con la pérdida de pulso de una segunda parte en que se parecían confirmar los motivos por los que el director y productores colisionaron frontalmente: estos últimos querían recortar el presupuesto hasta límites extremos, reducir incluso en muchas secuencias la presencia de zombies en favor de sus meros rugidos como forma burda de abaratar. Visto lo visto, la propia cadena recondujo la situación y dio de alguna forma la razón a Darabont: el espectáculo era tan importante como la habilidad del guión para plantear situaciones peliagudas. Ahora nadie echa en falta zombies ni derroche de vísceras por todo lo alto.
En ese sentido, Darabont, preguntado por la revista Variety por The Walking Dead en una entrevista que debía centrarse en Mob City, ha sido rotundo: ni siquiera ve la serie en televisión.
"Oh, no, ¿por qué iba a hacerlo?, si la mujer que amabas con todo tu corazón te abandona por el profesor de Pilates y se limita a enviarte una invitación a la boda, ¿irías?", comienza de forma muy ilustrativa.
"Hay un profundo compromiso e inversión emocional que tiene lugar cuando creas algo que es próximo y querido por ti, y cuando eso es desgarrado en pedazos por sociópatas a los que les importa una mierda lo que sientas o lo que sienta el resto del casting porque tienen sus propios motivos para joder a todo el mundo, eso no sienta bien", remata.
No está de más recordar el otro épico desencuentro que Darabont protagonizó en la industria, en este caso del cine, el que debía haber hecho que su guión para la cuarta parte de Indiana Jones -en teoría muy admirado por Spielberg- fuese trasladado a fotogramas. Ahí fue George Lucas quien le boicoteó por no acercarse a un enfoque que fue el finalmente elegido y que se mostró claramente equivocado.