Etrian Odyssey es una actualización de los juegos de mazmorras de toda la vida, aquellos que causaron furor en los PCs de medio mundo y que en las consolas se dejaron ver en algún momento. La base del juego es la de un RPG clásico, con visión subjetiva y de avance por mazmorras de diseño cerrado y laberínticas desde el primer momento. La pantalla táctil sirve para dibujar nuestro propio mapa y anotar todo lo que sucede en las cuadrículas del juego. Y hasta aquí la actualización de este popular género ya que, en el fondo, Etrian Odyssey conserva toda la mala leche que un juego de Rol poco medido puede tener: excesiva dificultad, nula historia de avance, personajes sin ningún tipo de motivación etc. Y la verdad es que es una lástima, ya que en un principio su lanzamiento era esperado por los fans de los juegos de rol para la portátil de Nintendo.
Posee una historia mínima que lo único que le pide al jugador es que no desespere en el empeño de explorar el laberinto de Yddgrasil. La referencia a la mitología que se queda aquí y en un par de puntos más, ya que, como hemos mencionado, no existe más historia más allá de avanzar y explorar. Siempre bajo la tutela de quienes van haciendo encargos al grupo de aventureros, pero sin llevar un hilo narrativo coherente.
Las opciones desde el principio son variadas: se puede customizar el equipo que más se desee y hacer todos los aventureros que el jugador quiera. Una vez diseñados y elegidos sus oficios, se escoge un grupo de cinco y a la aventura. Las combinaciones no son muy elevadas, con presencia de personajes de poder ofensivo, defensivo, mágico y poco más. Tampoco se encariña uno con ellos, ya que salvo ir de puerta en puerta aceptando misiones, los personajes apenas interactúan con el entorno.
La plaza central de pueblo sirve de punto de unión para los diferentes eventos: mediante menús se accede a la botica, templo, posada etc. Los gráficos anime que ilustran las acciones son de lo más reseñable, aunque no dejan de ser diseños manga estándar del tipo “fantasía heroica achuchable”.
El sistema de juego es una pena, ya que la curva de dificultad no se ha controlado en ningún momento y los enemigos hacen excesivo daño desde el principio de la partida, por lo que subir de nivel supone todo un esfuerzo mientras se explora el laberinto. El ir dibujando en la pantalla táctil por obligación todo lo que vemos le resta dinamismo al juego y extrae al jugador de la partida. Aunque se acostumbra uno rápido a este tedioso sistema, no deja de ser un lastre para el disfrute pleno de la aventura.
Los gráficos presentan la visión subjetiva del laberinto en el que se adentran los personajes, con unas correctas 3D y poco más. Una vez en las secuencias de batalla, los enemigos son representados por sprites estáticos de poca variedad y mucha mala leche, como ya hemos reseñado en el párrafo anterior.
Y es que, repetimos, es una pena que existiendo juegos de gran calidad en el mercado japonés llegue a nuestras manos este RPG de serie B que sólo van a disfrutar los masocas o la gente con demasiado tiempo libre. Servidor, una vez derrotado por enésima vez en uno de los niveles del laberinto no sabe qué hacer, si estampar la consola contra el suelo o acordarse de la madre de los programadores.
Avisados quedan. Etrian Odyssey es, efectivamente, una rareza nipona. Demasiado para el público occidental. Es de agradecer que sirva para engrosar el catálogo de juegos de NDS pero, existiendo otras opciones más accesibles, es un juego que queda reservado sólo a los más fanáticos del género.