Si pensamos en Maxis es inevitable que nos venga a la cabeza el juego de Los Sims. Y para aquellos que llevemos algo más de tiempo en el mundo de los videojuegos, nos acordaremos de títulos como Sim City, Sim Hospital y demás familia. Sin duda, Will Wright y su equipo se han caracterizado desde un principio por crear éxitos con un estilo propio, destacando gracias a su originalidad.
Tras unos cuantos años dedicados a Los Sims y sus muchas expansiones, por fin decidieron cambiar e innovar tratando de crear algo que supusiera una revolución, con un resultado llamado ‘Spore’. Su desarrollo ha sido largo, se han escrito páginas y páginas sobre él, pero finalmente llega el momento de analizar sus virtudes (que son muchas) y las posibilidades que nos ofrece. El lanzamiento que nos ocupa estas líneas no es típico ni tiene ningún título que se parezca como para hacer una comparativa directa, por lo que vamos a intentar explicar sus características de una manera lo más clara posible para que os hagáis una idea del universo que Maxis ha creado.
Redescubriendo la evolución
Lo primero que haremos nada más iniciar nuestra primera partida tras iniciar sesión, será seleccionar un planeta en el cual queremos comenzar nuestra evolución. Una vez elegido le pondremos nombre y entonces llegará el momento de comenzar nuestro viaje por los cinco estados de nuestra criatura. Cada uno de estos cuenta con un potente a la vez que sencillo editor que nos permitirá ir creando una especie a nuestro gusto.
El primero los estados, como no podía ser de otra forma, es el de célula. Como organismo microscópico, nuestra misión será la de nadar por el agua en un escenario que es una delicia visual. La manera de controlar a nuestra pequeña forma de vida no puede ser más fácil, basta con hacer clic en el lugar al que queremos que se desplace, procurando alimentarnos siempre de formas de vida menos evolucionadas. A medida que vayamos ingiriéndolas, una barra de ADN en el inferior de la pantalla se irá llenando, hasta llegar a un límite en el que podremos mejorar a nuestra creación. Aquí es donde entra en acción el editor. Aunque aún no será posible cambiar su forma, sí que tendremos disponibles distintas mejoras como pinchos, descargas eléctricas o propulsores, todas ellas para hacernos más ágiles por el agua, para atacar o para defendernos de otras especies de nuestro tamaño que nos intenten atacar.
Una vez rellenemos completamente la barra inferior, llegará el momento de pasar a la siguiente fase, la de criatura. Tras una pequeña introducción, volveremos al editor, pero esta vez podremos modificar todas las partes de nuestra criatura de una manera sorprendentemente fácil. Además tendremos unos puntos de ADN que nos permitirán añadirle elementos para interactuar con el mundo, que deberemos elegir cuidadosamente según vayamos a ser carnívoros, herbívoros u omnívoros, y hacernos amigos de las especies o por el contrario no dejar títere con cabeza.
Como en el estado anterior, los controles siguen siendo muy simples, con opción de atacar o entablar amistad con los demás habitantes. Según vayamos haciéndolo, conseguiremos más ADN para usar en el editor y cuanto más exploremos, más y mejores elementos podremos añadir a nuestra criatura.