Esta simplicación extrema que también podemos encontrar en el título que nos ocupa, puede dejar insatisfechos a los más puristas del género, ya que nos enfrentamos a un juego donde la experiencia no varía demasiado en función del género o el personaje que hayamos escogido, dejando muy poca libertad de elección en este sentido.
En la selección de personajes tendremos cuatro clases disponibles: Montañes, Gladiador, Maga Negra o Amazona, cuyas diferencias se centran escasamente en su poder de ataque o en la cantidad de daño que son capaces de soportar.
Tras elegir entre unas posibilidades de personalización muy escasas (apenas ponerle nombre y escoger el color de la ropa) apareceremos directamente en la plaza pública de la ciudad de Antinópolis, un fortin amurallado que servirá de ahora en adelante como zona de comienzo de las misiones. En esta zona podremos conseguir repuestos, alimentos o pociones de los comercios del lugar, siendo además el lugar donde tendremos un enorme baúl a nuestra disposición donde guardar el botín de nuestras correrías por cada mazmorra.
Estas mazmorras son el principal destino y a la vez el principal problema si jugamos mucho tiempo seguido, ya que a pesar de ubicar distintos objetivos y recompensas, su diseño acaba arrastrando al jugador a un sinfín de sensaciones repetitivas. La mayor parte del tiempo las pasaremos luchando en interminables pasillos contra enemigos de mayor entidad, empezando con las inevitables ratas, siguiendo por soldados de ultratumba y otra criaturas. Como suele ser habitual a pesar de mejorar nuestro equipo, subir niveles incansablemente y parecernos cada vez más al dios de la guerra, el combate no bajará de dificultad ya que los enemigos también serán más poderosos.
La magia también hace acto de presencia en el juego, con mayor o menor importancia dependiendo del personaje elegido. Lamentablemente su poca utilizad no consigue restar esa sensación de déjà vu constante, visitanto mazmorra tras mazmorra sin una buena historia que nos lleve de aquí para allá de forma coherente.
Warriors es una propuesta en tercera persona donde la sencillez de sus controles no supone un problema para el jugador, sin embargo en su apartado técnico podemos observar como se queda por detrás de otros programas que no necesariamente han sido lanzados recientemente. Los escenarios son bastante reducidos y su diseño es realmente básico, con texturas muy limitadas que dan la sensación de estar constantemente repitiéndose. Quitando un poco más de esmero en el protagonista (pero solo un poco) nos encontraremos luchando con otros excesivamente poligonales y simplificados, nada que ver con títulos donde el trabajo realizado es simplemente brutal como puede ser “Crisis Core”. Si nos fijamos precisamente en aquel, observaremos otro punto donde se ha optado por el camino fácil, eliminando cualquier atisbo de expresividad en los protagonistas y substituyendo sus emociones por ventanas de texto (de las que se abusa demasiado durante las partidas) desde las cuales nos explican que sienten o que dicen en cada momento.