Amenaza a la temporada navideña un juego de acción desarrollado por la propia Nintendo, que está llamado a ser la sorpresa del catálogo de Wii.
El juego de Nintendo ha sido pensado como una producción USA americana de esas que llenan las salas de cine en época estival. Como si de una película de Michael Bay se tratase, las explosiones llenan la pantalla cada cinco minutos y más de un coche saldrá volando por los aires. La banda sonora es un émulo de los scores de cine de acción tan manidos de la última década. Suena a cine de acción del caro, de ese con muchos efectos especiales, y era precisamente lo que buscaban. La acción, de exagerada y pretendidamente realista, termina por resultar absurda y paródica. Puede que esto también haya sido el objetivo de los programadores, tras haberse dado un empacho de toda la saga de Die Hard y haber anotado en papel milimetrado todos los excesos de su cuarta parte: en efecto, el protagonista pretende ser más chulo aún que el bueno de John McClane y eso, señores, sólo puede sonar a broma.
Apuntando a Metal Gear
Un detalle que no pasará desapercibido es cómo se ha planteado el juego. Los menús, tanto en escenas de batalla como en exploración, recuerdan a los desplegables de la saga de Kojima y las mejoras de armas y atributos de personajes beben tanto del rol como de la última entrega del espía de Konami. La acción en cada fase se divide en diferentes secuencias y puntos de control donde los géneros se irán alternando. En las partes de exploración el protagonista debe rescatar a los supervivientes de los desastres y aplicarles primeros auxilios al estilo de Trauma Center. Las partes de acción en primera persona se dividen en secuencias de conducción, donde el mando de Wii reconoce con exactitud los controles del vehículo y las partes de tiros sobre raíles, donde la acción a lo Time Crisis toma protagonismo. Por último, a lo largo de cada etapa nos asaltarán pequeños eventos donde pulsando los botones adecuados saldremos airosos de los retos, al estilo de Resident Evil 4.
Los gráficos se muestran limpios y los escenarios, llenos de detalles. Sabiendo que Wii gana en jugabilidad ante los gráficos, es muy loable que se haya buscado dar un paso más tanto en las secuencias de CG como en los gráficos. La pena es que no deja de ser un estilo y acabado gráfico similar a lo que PS2 ha ofrecido a lo largo de su dilatada existencia. Pese a ello, se agradece ver en un juego de Wii personajes realistas, físicas de objetos que emulan el mundo real y secuencias cinemáticas realizadas con cariño y destreza.
Nintendo no se ha resistido a incluir en Disaster diferentes toques que lo dotan de detalles estratégicos. A la barra de vida del personaje se le suma una de resistencia, que disminuye a medida que caminamos o corremos, por lo que las exploraciones y paseos deben estar muy medidos para no perder más vida de la necesaria. Toques como controlar el pulso de Ray o la limpieza del aire (si nuestros pulmones se llenan de humo podemos decir adiós a la aventura) terminan por perfilar un juego que está lleno de sorpresas y detalles asombrosos.
Estas navidades es bastante probable que este Disaster: Day of Crisis se agote de las estanterías de las grandes superficies. Nintendo está haciendo una tremenda campaña de promoción en medios especializados y es que lo merece. Sería una lástima que, al final, como le sucedido a los dos Baten Kaitos, un lanzamiento que promete ser una superproducción de pantalla grande quede convertido en título de culto que solo unos cuantos habrán jugado en condiciones. Si lo que se busca es un título que haga pensar que Wii puede con todo y con mucho más, este disco no es que sea una opción entre muchas; es una compra obligatoria sin opción a demora.