Parece que ya están todos. Cuatro cartuchos sobre Mario en la advance, y ninguno nuevo. Su calidad podría distraer sobre esta circunstancia... y de hecho lo consigue.
Podría hacer un "copiar y pegar" del texto de cualquiera de los análisis anteriores sobre las andanzas de Mario en la Advance. Las cosas siguen igual. Tanto tiempo esperando un soporte con posibilidades para permitir que el entrañable personaje se exhibiera en portatil sin ataduras, y resulta que las mayores prestaciones no se han aprovechado para eso, sino para quitarle el polvo a los títulos con los que se labró su nombre, evitando así el reto de alargar su leyenda.
Puede que a la vista de lo complicado que resultaría utilizar a la Advance para pretender innovar con Mario, ésta idea se reserve para su hermana mayor, y así se evite una entrega que no sea algo tan especial como han sido todos sus episodios. Podría volverse a argumentarse que además, con este método algunos recuerdan grandes momentos de su vida en una máquina a la que estos juegos le vienen como anillo al dedo. La vía que da a los nuevos usuarios para recuperar las virtudes de un programa de los que hicieron época, etcétera etcétera. Lo mejor será ahondar en esta última idea, que por más que algo mascadita, no deja de ser la más adecuada tras unas cuantas partidas con el inolvidable Super Mario Bros 3.
Empecemos con una verdad indiscutible. A la hora de señalar los episodios más destacados de una figura mítica como Mario, hay invariablemente tres en liza: Super Mario World (con el que debutó la Super Nintendo), Yoshi Island (vanguardista cuando la misma consola ya no parecía capaz de sorprender), y éste, el más antiguo de la triada y el que a la postre confirmó que lo de Mario iba a pasar a la historia.
Esta enunciación recoge a 3 de los 4 cartuchos lanzados bajo esta serie. Y es bien difícil ponerse a decir cuál de ellos está por encima del resto, no en vano hablamos de algunos de los títulos más legendarios de una compañía que no anda precisamente escasa de obras importantes. Pero una ligera toma de contacto con el que ahora analizamos, hace olvidar la comparación. La comparación, y todo aquello que haya a nuestro alrededor.
Es bien cierto que quienes tuvimos la suerte de jugar con la versión original, recaímos en el lanzamiento de los 3 episodios en el Mario All Star (que debería haber sido el lanzamiento obligado ahora, tal y como se hizo en 16 bits) y volvemos a las andadas, tenemos mucho menos que descubrir. Pero aún así, esta nueva ocasión sirve para ratificar que éste Mario tiene cualidades excepcionales, de las que sólo participan los que como el pasan a la historia. Su supuesta sencillez acaba variando cuando entre muertes absurdas optamos por la máxima concentración para superar pantallas de un tamaño no excesivamente amplio, más bien cortas y de una relativa simpleza. Pero la novedosa -en su momento- capacidad de Mario con el disfraz (de mapache, de rana, de martillo) le hace subir enteros, haciendo imprescindible su recolección tanto en el transcurso de sus saltitos acelerados como en las tiendas habilitadas a lo largo del mapa de elección de pantalla (que se inauguró para Mario en éste jugo).
Los típicos secretos que uno se encuentra a lo largo de muchas partidas (bien por muchas muertes, bien por su alto grado de rejugabilidad) se le unen algunos incorporados ex profeso para hacer más elevadas aún las posibilidades de volver a caer incluso una vez alcanzado el fin. Y quizá aquí encontremos buen argumento para éste relanzamiento. Con sus gráficos estilizados y coloristas, sonidos de mayor nivel -con inclusión de vocecillas de Mario, entre las que destacan el "that's what I needed" y el "oh no"- y la facilidad con la que cualquiera vuelve a caer una y otra vez en sus partidas, el atractivo ya es indiscutible. Y demuestra otra vez como los modos clásicos han pasado a la historia por algo, y así todo lo que uno cree visto, manido y superado, saltar a coger seta, a buscar esa plataforma en mitad de la nada para llegar a la cima esquivando mortíferos enemigos de pose inocente, fue y sigue siendo algo por lo que vale la pena seguir removiendo el pasado. Aunque agradeceríamos una nueva entrega.