Max Payne se ganó hace un par de años el aprecio unánime del público. Era un juego impecable desde todos los puntos de vista, en el que destacaba su excelente ambientación, y un modo de juego conocido como Tiempo Bala, que nos permitía ralentizar la acción con esta técnica bautizada en el rodaje de Matrix.
En la segunda parte, encontramos también estas características. Para el que no sepa de qué estamos hablando, diremos que estamos ante un programa en tercera persona, que toma por escenario el New York contemporáneo. Max Payne es un agente de policía que ha visto morir a su familia, envuelto en una peligrosa trama de intereses mafiosos y políticos. En esta continuación, se reencontrará con viejos amigos y viejos enemigos, en una historia de amores, crímenes y traiciones, donde abundarán los giros y las sorpresas. Este argumento, se nos vuelve a presentar mediante una novela gráfica al iniciar cada escenario.
Desde un punto de vista técnico, se aprecia un considerable salto. Los gráficos han sido mejorados, y eso incluye un modelado de los personajes más natural, en el que las texturas gozan de mayor nitidez, y los efectos de luz son más espectaculares. Se han empleado nuevos modelos para realizarla (no olvidemos que quien ponía cara a Max Payne no era actor profesional, sino uno de los desarrolladores del juego) y con todo se logra un protagonista con un mejor aspecto, más duro y avejentado.
Pero la novedad más destacable consiste en el motor Havok, que permite calcular la reacción de las partículas según la fuerza de los impactos que reciban. En buen cristiano, significa que un objeto se romperá y sus trozos caerán de manera realista, de acuerdo a su peso y a la potencia del disparo. Es un efecto bastante llamativo, que se aprecia mucho en las explosiones, o cuando el cuerpo de un enemigo cae al suelo.
Un pecado que se comete con frecuencia en el mundo del videojuego es presentar escenarios asépticos y carentes de detalles. Pues bien, eso no ocurre en Max Payne 2 donde hay un verdadero trabajo apreciable en el número de detalles que encontraremos, como la decoración de las casas o la basura y la suciedad de los edificios abandonados. Una prueba de lo realista que resulta el mundo de Max, son las series de televisión: podemos seguirlas de principio a fin a medida que juguemos, como cualquier espectador.
Los efectos sonoros son sobresalientes, desde la música del menú principal, a la detonación de las distintas armas. El equipo que ha doblado el juego al castellano ha hecho un trabajo magnífico, y ha mantenido el nivel de calidad de la versión original. Quizá, la única pega es que se ha empleado otro actor para ponerle voz a Mr. Payne y, aunque hace un buen trabajo, está por debajo de quien lo hacía en la primera parte, o como sucede en estos casos, cuesta adaptarse tras conocer la voz anterior.
El resto, sobresaliente. Los voces tienen el adecuado grado de dramatismo, aún las secundarias, lo que ayuda a aumentar el realismo y la calidad del conjunto.
Max Payne 2 es, entrecomillas, "más de lo mismo", en el buen sentido de la expresión. No supone una revolución con respecto a su primera parte, pero mantiene y mejora todos los ingredientes que hicieron grande a aquella.