Crash Bandicoot vuelve de nuevo a las consolas con una divertida entrega en sus aventuras de enfrentamientos frente a Cortex. Una empresa tan entretenida como desgraciadamente escasa de novedades.
Verdadero veterano en esto de las sagas desde los tiempos de las PSX y la Nintendo 64, Crash Bandicoot vio reverdecer sus laureles con “Crash: Lucha de Titanes”, que añadía al clásico género de plataformas elementos novedosos como los niveles de experiencia o la posibilidad de atrapar y manejar a ciertos enemigos. Sin ser un punto y aparte en la forma de concebir este tipo de planteamiento, resultaba una opción bastante potable a la hora de emplear en él el tiempo y dinero del usuario. “Guerra al Coco-Maniaco” sigue a rajatabla el camino de su predecesor pero dicho parecido resulta jugar en su contra, dando una acusada sensación de déjà vu.
Aspectos generales
Al igual que “Lucha de Titanes”, la nueva acometida de Crash está estructurada de manera similar a los título de rol: un espacio, compuesto por la casa de Crash y la zona alrededor de la misma, que va ampliándose a nuevos escenarios en función de las habilidades que el personaje adquiriere a medida que suma experiencia, disponiendo asimismo de zonas secretas a descubrir mediante la concienzuda exploración del mapeado.
Por otro lado Crash posee un variado catalogo de movimientos -que incluyen varios combos- a la hora de deshacerse de sus rivales, igualando afortunadamente variedad y sencillez, un elemento bastante agradecido a la hora de poder deshacerse de los numerosos enemigos que pueblan las diferentes fases. Puñetazos, patadas y el ataque de torbellino marca de la casa son algunas de las posibilidades, aunque la más llamativa resulta ser la de poder controlar, a modo de montura, a varios enemigos (elemento imprescindible a la hora de superar ciertos obstáculos).
Estas bestias, cada una con habilidad diferente –dominio sobre el hielo, telequinesia, convertirse en una especie de ovillo para subir cuestas, etcétera- pueden ser “almacenadas” para usarlas cuando sea más necesario y, al igual que Crash, pueden subir de nivel potenciando así sus capacidades.
Salvo algún sencillo puzle ocasional consistente en presionar un botón o palanca que abra el camino, la mecánica no podría ser más simple: avanzar por los escenarios recogiendo objetos o encontrando personajes, todo mientras nos deshacemos de los enemigos que salen al paso y recolectamos esferas con las que obtener puntos de experiencia.