Si hace un año, fascinados entre partidas a Super Mario Galaxy, nos hubieran dicho que 12 meses después ibamos a volver a hablar de revolución en el género de plataformas, si nos hubieran dicho que esta tendría lugar en la Playstation de Sony, simplemente no lo habríamos creído. Pero la más joven y potente de la nueva generación ha tirado de su vena más delirante y creativa para darnos un juego que llega ya convertido en referencia.
Atender a ese universo paralelo supone una sorpresa constante. Creaciones emulando a Tetris, rendiciones de culto a God of War, locuras excéntricas muy equilibradas o fases absurdas pero hipnóticas... todo ahí es posible a pesar de que la censura obligada de Sony (para proteger derechos de autor, evitar manifestaciones injuriosas o políticas etcétera, cosa que ha soliviantado a algunos usuarios).
Que todo ese potencial creativo sea posible responde a que el mismo esfuerzo en pulir cada detalle de jugabilidad, diseño, multijugador, etcétera, se ha puesto en elaborar un editor de niveles que, incrementándose a medida que obtenemos más piezas durante nuestras partidas, acaba siendo un auténtico creador de juegos con el que dar rienda suelta a nuestra imaginación.
Y llegamos a otro punto: para involucrar al usuario en la creatividad la oferta no acaba ahí. La personalización de nuestro monigote, clave para diferenciarlo cuando compitamos junto a otros dará resultados verdaderamente chocantes y simpáticos. A Sackboy (el bicho de trapo) lo vamos rodeando de un gran vestuario y de todo tipo de piezas con que llegar a formar un personaje cuya expresividad es además clave (y controlable fácilmente) para que en las partidas en red podamos demostrar nuestro estado de ánimo con comodidad.
¿Multijugador + plataformas?
Desde el principio de los tiempos, cuando de saltar tortugas y recolectar setas se ha tratado, Mario y Luigi iban turnándose por la lógica del avance en pantalla. Sería imposible plantear un scroll coherente dependiendo de la voluntad coordinada de 2 jugadores... ¿o no? Según SCEE, ya no. Estar en un nivel y que de pronto nos aparezcan monigotes que son otros usuarios que entran por nuestra red, que zonas opcionales del mismo puedan ser superadas únicamente con la interactividad de estos, que el hecho de que uno quede rezagado no suponga un problema (al reaparecer en una de las zonas de control) resulta terriblemente gratificante y seductor. No nos engañemos: LBP es ‘cool’. Sus niveles también ‘guays’. Muy bien lo de dar saltitos, y además es toda una experiencia atender a ciertas musiquitas y sonidos perfectamente atmosféricas en sus pantallas que en ocasiones parecen surgidas de una melopea propia de Miró o Picasso... pero lo que es jugar con otros es lo que de verdad nos ha satisfecho mientras estábamos a los mandos. Conocer gente, ver sus estrafalarios atuendos, ver cómo colaboraban con nosotros o nos tocaban las narices de forma simpática (aunque hay opción de formular quejas si sus comportamientos son inapropiados), ver la decoración de sus “cápsulas” (lugar desde el que se elige nivel y que funciona como base) y atender a distintas habilidades para superar los retos es lo que definitivamente eleva a LBP a la categoría de clásico y referencia.
¿Venderá tantas consolas como esperan en Sony? La respuesta la darán las estadísticas, lo que es evidente es que la apertura de mercado y el lavado de imagen de originalidad que en PSP han buscado nombres como Loco Roco o Patapon se ha efectuado con la eficacia necesaria y ha recibido el apoyo de marketing necesario para que Play 3 tenga una pieza que le resultaba muy necesaria. Después de esto, su imagen no podrá seguir siendo la misma.