Monster Lab tiene el gran inconveniente de ser un juego pensado para salir en varias plataformas (de hecho, tiene versión disponible para casi todos los soportes del mercado) y se nota que, si en lugar de dedicar un equipo a cada port se hubiesen centrado en un sistema concreto, el resultado hubiese sido más satisfactorio.
Su planteamiento desarrolla las ganas de los más pequeños de emular al Dr .Franskestein (si es que aún hay niños que sepan quién es el susodicho), para lo que se vale de un apartado técnico resultón y unos gráficos acordes con la DS (intros y renders ligeritas y aceptables). Con estos recursos crearemos nuestros monstruitos con las piezas que vayamos encontrando por el mapeado y cumpliremos misiones a medida que vayamos avanzando en los objetivos.
El resultado es divertido en la medida que nos invita a fabricar a nuestros propios luchadores para luego soltarlos por un mapa bastante tosco con el fin de que se líen a bofetones con otras aberraciones semejantes. El problema radica en que el planteamiento de batallas por turnos, al estilo RPG, es bastante bruto y torpe, nada cómodo, por ende, poco ágil. Podríamos perdonárselo si las batallas no fuesen tan frecuentes pero, en un órdago de originalidad, el control de los enemigos se basa en un molesto random que hace que pantalla sí, pantalla también, te encuentres inmerso en las batallas de marras.
Se avanza sobre decorados divididos en casillas, hablamos con los personajes, cumplimos misiones, encontramos nuevos objetos, creamos nuevas armas y monstruos… Para pasar un rato es bastante divertido, pero no soporta más de un par de horas seguidas y mucho menos que le dediquemos una semana entera de nuestro ocio digital. El argumento es plano y las motivaciones que pueden llevarnos a terminarlo pasan por la cabezonería del usuario (sí: si te lo has comprado, por lo menos te lo acabas).
Las músicas y gráficos cumplen, al estilo de Eidos, pero servidor se ve en la obligación de decir que un producto donde los mismos créditos de los programadores aparecen en la pantalla de título, es un juego que no invita a participar. Este redactor es de los que piensa que un juego debe establecer unos retos sencillos iniciales que, sumados a una historia atractiva, terminen por enganchar al usuario para que llegue al final del mismo. Los créditos, por tanto (y esto los japoneses lo saben muy bien) son un premio o regalo al usuario perseverante. Si desde el inicio se brinda la oportunidad de verlos, es que algo dice que casi nadie va a terminarse su aventura.
De no ser Monster Lab tan torpe en las batallas y fuera menos brasa a la hora de marcar desafíos, sería una compañía perfecta para el transporte público; pero la realidad es que termina por hacerse demasiado denso y pesado, por lo que se convierte en una curiosidad amena para un par de partidas.