Gestado en el seno de una de las compañías que más ha hecho por la historia del videojuego, Shenmue vuelve a demostrar a los escépticos que DreamCast siempre fue una gran elección.
Sucede en contadas ocasiones que en el seno de una mente pretenciosa, se gesta un proyecto prometedor que desde el mimo y el cuidado del detalle, conduce a un videojuego revolucionario.
Muchos son los que quedan en el camino, fruto inacabado de una mente arrogante que pretendía hacer mucho y se perdió tratando de hacerlo, pero los que llegan, los que cruzan los límites de la realidad actual para alcanzar cotas de calidad inesperadas, acaban marcando una época, destacando por mérito propio e inscribiendo sus nombres en la joven historia del entretenimiento digital.
Y deducireís por mi apasionamiento que esto es lo que sucede con Shenmue, que este es uno de esos privilegiados que cuentan con los medios y que además consiguen llegar al fin. Al gran fin.
Desde el sector más veterano de SEGA, se nos brinda así la oportunidad de introducirnos en un mundo paralelo perfectamente estructurado y acabado, por el cual tendremos la oportunidad de vivir una segunda vida -y que probablemente nos hará más feliz en la primera- donde nos convertiremos en auténticos héroes redentores, justicieros y vengadores. Casi nada.
Con un apartado visual y sonoro sobresalientes, Shenmue nos muestra un entorno tan rico en detalles y opciones, que harán que la aventura que tenemos que cursar no sea el único entretenimiento sino una mera excusa de gozar con sus multiples cualidades. Darse una vuelta por la ciudad, hablar con los personajillos que nos iremos encontrando, o incluso jugar alguna partida a la Saturn o a alguna recreativa -de las míticas de la marca- son varias de las "cosillas" que podemos hacer mientras tanto.
En cuanto a la trama, vengar la muerte del padre del protagonista a la que asistimos en una primera secuencia. Tan loable misión deberemos realizarla sin descuidar su vida personal preocupándonos desde el aspecto laboral, hasta cumplir con los mandatos de Casimiro. Nada de héroes mimados en régimen de dedicación exclusiva tan machotes ellos que pueden vivir sin dormir, comer o jugar unas partiditas. Aquí la cosa es muy real.
El sistema de juego se desarrolla bajo varias modalidades. Desde un sistema de lucha al estilo del arquetípico beat'em-up, hasta escenas que nos recordarán el absurdo y tosco sistema de juego que antaño tuvieron títulos como Drangon's Lair o Space Ace, pero que por fortuna aquí se ha depurado para darle más sentido (consiste en pulsar en el momento oportuno y sin demora, la tecla que se nos indica).
El caso es que nos encontramos con una joya más de nuestra querida historia y que contribuye a ensalzar a una máquina que cada vez atesora más méritos en su lucha por seguir destacando. Shenmue es un título imprescindible para quienes posean una Dreamcast, y un motivo de peso para adquirirla. Sega sigue fuerte.