Tras el éxito de ‘Animal Crossing Wild World’ en Nintendo Ds, la versión para Wii era algo que estaba cantado. Desde que la segunda entrega de la saga saliese para Game Cube (la primera se lanzo en N64 en Japón) los fans no han parado de crecer y de darle alegrías a Nintendo. Tal es el éxito de estos simuladores sociales que hasta se ha llegado a lanzar una película de animación en su país rodeando a las toneladas de merchandising que ha llegado a generar. ¿El secreto de la franquicia? Dejar que el jugador vaya a su ritmo, poco a poco, descubriendo todos los secretos que Nintendo ha escondido en el disco y desarrollando toda una vida paralela en el pueblo de tus sueños.
El concepto es incluso mucho más liviano que el de un Sims. En ‘Animal Crossing’ nos limitamos a pagar la hipoteca de nuestra casa (que dispone de hasta cuatro ampliaciones) hacer regalos a nuestros vecinos, decorar nuestra morada y alrededores… Para justificar su lanzamiento en Wii se ha añadido un nuevo escenario, la ciudad del título, que amplía las posibilidades de interacción del jugador. Tampoco es nada del otro mundo; se trata de una ciudad donde tenemos a nuestra disposición más tiendas donde gastar dinero y personajes que nos pedirán cosas. Sea como fuere, el eje central sigue siendo el pueblo al que llegamos el primer día para vivir nuestra vida de emancipados.
Pese al concepto “tranki”, nos encontramos ante un producto complejo, nada sencillo. No va a satisfacer a quienes que busquen tramas cuyo argumento va desarrollándose fase a fase, ya que el producto mismo carece de guión. Lo más parecido a ello son los eventos y días del calendario donde suceden cosas reseñables que hacen que el pueblo varíe su actividad normal. Para potenciar la experiencia de partida en tiempo real, Nintendo ha incluido modo Wi-Fi y por red, con jugadores a distancia y ha desarrollado el Wii Speak, un micro con el que hablar con nuestros amigos.
‘Animal Crossing Let´s go to the City’ pide paciencia y calma. Al empezar apenas podremos hacer nada. Pasadas unas semanas, las posibilidades van abriénndose y si contamos con amigos en red, las opciones y facilidades se amplían de forma satisfactoria. Jugando uno solo puede terminar aburrido de hacer las mismas cosas, una y otra vez, aunque las opciones para este modo no sean escasas.
Respecto a los gráficos y músicas, poco podemos valorar aquí; se mantienen adorables y sencillos, como en las entregas anteriores, minimalistas y con colores chillones. Desde luego, no es el motivo principal por el que la saga cuenta con miles de seguidores en todo el globo.
El nuevo (y aún así clásico) simulador social de Nintendo ha llegado con fuerza y ganas de quedarse. Frente a otros títulos del estilo, ofrece el carisma y el buen hacer de la casa madre y a poco que se juegue con él atrapa como pocos lanzamientos.